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El fin de los días grises

Ahora sí comienza el nuevo año

Ahora sí comienza el nuevo año Tenía ganas ya de que empezara la vida rutinaria del 2004. Hasta hoy no he sido plenamente consciente de nada, porque entre fiestas, trabajar, regalos, compromisos... la vida no es la que yo querría llevar. Pero hoy ya empieza a parecerse más a lo que debería ser. Al menos a como yo querría que fuera.
La verdad es que ando un poco alucinada aún con lo que ha pasado en Madrid. Ayer se estrelló un Ferrari en un túnel contra otro coche, dos muertos, los dos del Ferrari. No puedo evitar pensar la irresponsabilidad que nos absorbe en determinados momentos, que nos creemos inmortales, que pensamos que tenemos vidas infinitas, como las máquinas a las que jugábamos de pequeños (algunos no tan pequeños). Y nos bebemos la vida como si fuera nuestra última copa. Entrar a 100 km/h en ese túnel, y lo digo porque yo he pasado por ahí cientos de veces a cierta velocidad, es como montarte en una moto sin manos y con los ojos vendados: un suicidio. Túnel estrecho y con curva, mala combinación para un coche, por mucho Ferrari que sea. Entre este accidente y todos los que ha habido en esta operación de Navidad... se me cae el alma al suelo. No deberíamos jugar a ser Dios, vale que ese es un complejo que sufren los médicos y dicen que también los periodistas (como una del gremio admito que es cierto), pero ser Dios no es un buen camino. Mejor parémonos a observar a la gente, y así quizás nos demos cuenta de los errores que cometemos, errores diarios.

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