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El fin de los días grises

Una menos a casar

Una menos a casar Van pasando los años, y nos vamos haciendo mayores, y aunque cada vez menos eso lo note en la edad es cierto que lo siento en las circunstancias que me rodean. Desde el sábado son ya tres las parejas de amigos casados... a eso debería unir a la familia y tal, primos casados desde hace tiempo, primas más jóvenes que yo con hijos, separaciones a sus espaldas.
Efectivamente, los novios no se echaron para atrás, y en un sitio idílico, sobre todo por el entorno, se dieron el consabido "sí quiero" ante la alegría de la familia, la estupefacción de los amigos y las lágrimas del propio novio.
Un fin de semana de coche, nieve, verde y amigos. Bueno, y de copa y puro también.
Nos alojamos en una casa rural de Frama, a cinco minutos de Potes (el pueblo de C.) y unos cuantos más de Dosamantes (maravilloso nombre para el pueblo de J.). La casa rural estaba bien, pero sobre todo la buhardilla que gracias a mi velocidad fue a parar a manos de S. y servidora. El viernes fue un día genial, inolvidable, comimos en Potes, alucinados por la belleza que rodea ese pueblo, y luego nos fuimos a Fuente Dé, donde ya perdimos toda noción de nuestra (avanzada) edad, y nos dejamos llevar por las ganas infantiles y tras coger el teleférico nos tiramos por la nieve, a disfrutar como hacía tiempo que no hacíamos, tirándonos bolas de nieve, hundiéndonos hasta las rodillas en esa blancura infinita, siendo felices, sin recuerdos, sin preocupaciones, incluso sin frío al final. Eso sí, inolvidable la llamada de D. justo cuando íbamos a bajar a tierra (nunca mejor dicho), gracias!!! Me hizo feliz, una vez más.
Luego fuimos a Santo Toribio, nos encontramos con la amabilidad de un monje, y me sentí especialmente relajada disfrutando del paisaje.
Hicimos mucho más, vimos mucho más, pero me quedo con ese maravilloso atardecer justo desde el lado contrario, con los novios, con F, A y S. Maravilloso, indescriptible. De hecho las fotos no hacen justicia a lo precioso que fue.
El sábado paseo por Potes, comida ligerísima y preparación para la boda. Todo salió perfecto, quizás el tiempo quiso complicarlo, pero no lo consiguió. Cenita, desfase con el vino de Rueda, el Marqués de Cáceres y sobre todo la dorada (genial J. preguntando a I.: "te gusta la dorada? Te gusta muchísimo? Es lo que más te gusta en la vida?"). A partir de ahí se abrió la veda de las estupideces, donde creo que en ocasiones deberían darme un premio...
Y el puro hizo el resto, Diosssssssss, no vuelvo a fumar un puro en la vida, el mareo me duró hasta ayer, qué horror!!!
Pero vaya, que ya hemos casado a otra más. Parece mentira que no hace demasiado tiempo compartiéramos carreras, juegos y silencios en un cutre colegio de Moratalaz. Los años van pasando, sin duda, la vida nos ha separado, y nos encontró de golpe el pasado sábado, en un cambio radical pero hermoso. Sólo eso: que seáis felices, supongo que con que mantengáis el brillo que tenías el sábado sería suficiente.
Y ahora dejadme descansar de bodas un tiempo (aunque el día 22 tengo otra, y no es la del Príncipe)...

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