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El fin de los días grises

Hasta el año que viene

Hasta el año que viene Llegó el último día del año.
Hace un año inauguraba este blog. Recuerdo estar por el msn hablando con D., que a su vez hablaba con N. y surgió la idea de crear uno. Yo por entonces ni siquiera sabía lo que era, pero empecé a hacer uno con la idea de que escribiéramos los dos en él. Pronto esa idea se deshechó, el blog era mío, había nacido El Fin de los Días Grises.
Hoy celebro ese momento, y a la vez no puedo evitar echar la vista atrás y repasar con mis recuerdos lo vivido este año.
No sé si comenté por aquí que últimamente los años pares eran bastante negativos para mí. Por costumbre no se me han dado demasiado bien, demasiadas desgracias, demasiada mala suerte. Digamos que en el aspecto familiar eso ha seguido su ritmo, de nuevo una despedida antes de tiempo, mi tío, poco después de la boda de mi prima, su hija. Esas cosas pasan, esas cosas tiñen de tristeza absoluta la vida.
A eso uno mi despido en el trabajo(hoy es mi primer día de parada!!!), el final demasiado tumultuoso, aunque podríamos decir que eso es algo bueno, que la vida me tiene que tener reservado algo mejor.
El año 2004 no recuerdo bien cómo comenzaba, sé que iba a casa de mis amigos A. y F. a intentar pasar una noche entre amigos, pero no fueron las cosas como deseábamos. Ese día marcó un poco el final de una etapa con ese grupo de amigos, no por mi parte, por la de todos. Se acabó de romper un hilo que ya estaba rasgado.
Quizás esa es una de las señas de identidad de este 2004 que se nos escapa de las manos: el constatar la fragilidad de muchas de las relaciones que creía más fuertes.
Me llevo, sobre todo en estos últimos días, una gran decepción con algunas personas. D. me recordaba ayer o antes de ayer más o menos que eso es ley de vida, que es muy fácil estar a tu lado cuando las cosas van bien. ¿Por qué cuesta entender que ser amigo es mucho más que eso?
Pero bueno, no quiero quedarme con esas cosas tristes, que lo son menos de lo que realmente parece. El 2004 ha tenido cosas preciosas, y esas son las que voy a recordar siempre. El 2004 es el año del reencuentro con mi madre y mi hermano. Eso es algo que nos ha costado. Desde hace 2 años parecía que cada uno hacíamos la guerra por nuestra cuenta, y poco a poco nos hemos ido concienciando de que nos necesitamos, de que mejor juntos que por separado, que la unión hace la fuerza, que tres mejor que ninguno.
Y por supuesto, por encima de cualquier cosa, 2004 es NUESTRO AÑO. El suyo y el mío. Aunque la historia no comenzó hasta abril (gracias Bersuit, gracias totales), lo que hubo antes, aunque en ocasiones fue amargo, es inolvidable. Las horas al teléfono, los emails de madrugada, las conversaciones de tardes y noches enteras. Su cara en la estación, su mirada en mi habitación, su mano en el centro de Madrid, mi ilusión en Málaga.
Sí, cualquier cosa mala de este año queda empañada por su llegada. Ha hecho que lo más feo sea maravilloso. Me ha abierto un mundo de esperanza, me da cada día algo más para respirar, es mi aire, es mi vida, no me ha dejado sola ni un instante, y mira que motivos le he dado.
Pero no quiero que esto se convierta en una entrada morbosa, en la que se lean detalles y detalles, él ya sabe todo lo que tiene que saber, que es la razón para acabar con la mala racha de los años pares. ¿Cómo olvidar el 2004?
En cuanto a viajes, que para mí son la mejor manera de medir el movimiento de mi vida, en febrero tuve la estúpida cena de Navidad (sí, sí) de la empresa, en Ezcaray, La Rioja, un sitio maravilloso al que querría volver, porque además me recuerda a M., R. y E., un fin de semana magnífico, lleno de lágrimas y risas, con parada y reconciliación en Burgos, con lluvia, sol y monasterios. Pero eso no fue en febrero. Sí recuerdo un viaje en febrero a Granada, cuando R. comenzaba su relación con J., cuando M. y O. estaban cerca de celebrar su aniversario, y cuando yo tenía la ilusión de la llegada de D. a Madrid. Una comida en un lugar al que no sería capaz de llegar, cientos y cientos de fotos (M. y yo acabábamos de estrenar nuestras cámaras digitales, para mí el mejor regalo hasta entonces. Luego D. me ha hecho muchos otros que llegan a lo más profundo de mi corazón).
En marzo aproveché el puente del Día del Padre para irme con M. y O. a Denia, un viaje necesario, para descubrir muchas cosas de nuevo, como que M. es sin duda un “insustituible”, como siempre he pensado y este año he refrendado. Porque él, junto a R., son “los muy mejores”, las personas a las que necesito ver de vez en cuando para recuperar las fuerzas. Uno en Granada (bueno, la mitad del año en Londres) y otra en Sevilla (antes en Algeciras), pero sin ellos no soy, así de claro.
En abril, en Semana Santa, no hubo viaje propiamente dicho, pero fue el Viaje de mi Vida. Los seis días y medio más intensos, con conciertos de Bersuit incluídos, seguramente algunos de los días más bonitos de mi vida.
A finales de abril un viaje por la boda de una amiga, a Potes, en Cantabria. Un lugar precioso, un viaje divertidísimo, puros, copas y borrachera, nieve, frío y una increíble casa rural en Frama. Niño, tenemos que ir juntos!!! Te va a encantar!!!
Dos semanas después, y un mes después de vernos, voy a Málaga. Cogí un autobús el jueves 13 y llego a la ciudad en la que espero vivir parte de este 2005. Fue un descubrimiento continuo, el uno del otro, la confirmación necesaria, la desaparición de los miedos, nos necesitamos, nos tendremos.
El 25 de mayo es mi hermano el que se va, también camino a Londres, que parece ser el destino del año. El poco tiempo que está fuera le sirve para romper con su vida, su vuelta fue un auténtico caos, un cambio para todos, cambio que ahora agradezco con toda mi alma. Tener a mi hermano en casa es lo mejor que nos ha podido pasar.
En junio pasé el fin de semana en La Herradura, con R., pasando antes una noche en Málaga, y es que la cercanía no podía dejarla pasar, tenía que verle!!!
En julio nos fuimos a Santiago de Compostela, a los Conciertos del Novo Milenio, donde vimos a Starsailor, Muse, Lou Reed, The Cure, Bob Dylan, Gary Jules, The Corrs y Echo & The Bunnymen. Unos días increíbles, llenos de detalles, de luz, de viento, de noches raras y locos, pero unos días donde la belleza nos ganó de nuevo la batalla, la belleza de los momentos.
En agosto llegó el momento de irme a Denia, visita obligada (aunque no tanto, es que simplemente me encanta) antes de irme a Roma y Florencia con A. Las calles de Roma me gustaron, pero las de Florencia me enamoraron, sin duda debo volver, y de la mano de él, porque esos atardeceres junto al Ponte Vecchio son para ver abrazada a la persona que amas. Mi regreso a Madrid coincidió con mi cumpleaños, que celebré aquí de la manera que pude (no estuvieron mal esas cañas en el Bacchus, el bar del año). Al día siguiente me fui de nuevo a Denia, y a los pocos días me marché a Málaga, a sentir desde dentro la Feria, qué pasada!! Os la recomendaría a todos, pero mejor no lo hago que si no se llena de más gente, y suficientes canis y lusys hay :P
Antes de irme a Madrid me pasé por Algeciras a pasar unos días con R., días también inolvidables, porque nos pasó de todo, y porque estar con ella siempre es inolvidable. Pasé otra vez unos días en Málaga y ya me volví a Madrid, a trabajar, a comenzar más bien el suplicio que ha sido el curro en los últimos meses.
En septiembre volví a bajar a Málaga, esta vez coincidiendo con el Showtime de baloncesto. En octubre pasé por Málaga a recoger a D., nos fuimos a Denia, pasamos un día en Alicante y regresamos a Madrid, todo en un fin de semana, que parecemos Willy Fogg. Volvería a bajar a Málaga en ese mes, las visitas como veis se van multiplicando. , y así pasó de nuevo en noviembre, eso sí, previamente vino él a Madrid, momento clave en el que conoció a mi madre (sin comentarios).
Y mi último viaje fue en el puente de diciembre. Volví a la ciudad de la luz, a esa ciudad que me ha conquistado y que, repito, será mi casa en poco tiempo.
Han sido muchos viajes, han sido muchos conciertos, muchas cenas, muchas visitas al Bacchus, muchos partidos narrados para la radio, muchas cosas son las que he hecho, y muchas más aún las que se han quedado en el candelero, con lo cual habrá que intentar hacerlas en este 2005 que se nos echa encima.
Con que el año fuera la mitad de bueno que este que se va ya me podría dar con un canto en los dientes.
Me voy, hoy he sido muy pesada, pero la ocasión lo merecía.
Me voy escuchando a Bersuit, mi grupo, sin duda, para mí el grupo del año, el grupo que me ha traído a la persona más importante, al que más necesito y con el que sueño ir cumpliendo uno a uno todos nuestros deseos.
“Murguita del sur” para decir adiós a un año, “Un pacto” para recordarlo siempre, “Mi caramelo” para ti.
Feliz Año 2005 a todos, gracias por leerme, gracias por seguir ahí.

Por cierto, se me había olvidado, un recuerdo sentido para todas y cada una de las víctimas de las catástrofes naturales (con mayor énfasis ahora por lo sucedido en Asia), para las víctimas del terrorismo (como las de ese cercano, en todos los sentidos, 11 de marzo), para las víctimas de imprudencias (como la sucedida esta madrugada en una discoteca de Buenos Aires), para las víctimas de malos tratos, para todos aquellos que han perdido la vida, de una u otra manera. Quizás somos demagogos y olvidamos el resto del tiempo que esas cosas están ahí, pueden pasar y en muchos casos podemos evitarlo, pero al menos que dejemos nuestro granito de arena de un modo u otro.
No podemos olvidar.

2 comentarios

Toperro -

Feliz año nuevo y que lo q hablamos el otro dia se cumpla ok? Seria sin duda una gran manera de comenzar el año :) Besos

PoCo -

Di, feliz año 2005. Que todos tus deseos se cumplan, y sigas tan feliz como ahora.

Un beso