Blogia
El fin de los días grises

Nos volveremos a ver...

No ha sido fácil salir de Barajas, con el coche bastante más vacío que unos segundos antes, con una mueca de pena, la música triste sonando en mi radio y una promesa de no llorar.
He cumplido con mi promesa, aunque en algún momento me ha costado, pero no tengo razones para estar triste, no, no las tengo. D. tenía razón, esta separación me servirá para darme más cuenta aún de lo importante que es en mi vida mi hermano. Que le necesito, que es fundamental, todo eso lo sé, pero siempre le he tenido cerca para cualquier cosa, por banal que fuera.
Se marcha, pero será un adiós breve. Antes de que me dé cuenta le tendré de nuevo a mi lado, podré abrazarle y volver a decirle lo que siento: que le quiero, que le quiero mucho, que no he conocido nunca a nadie como él.
Deja un momentáneo vacío que va a ser difícil de llenar. Su voz tranquilizadora no la tendré cada mañana en mi trabajo, el mismo que cada día me quita más fuerzas. Pero todo esto nos va a unir más si cabe, debe hacerlo.
Es curioso, pero toda la gente que más quiero se va lejos, acaban saliendo de Madrid y tomando caminos distantes. Seguimos sin embargo unidos siempre, por distintos medios, por muchos motivos, pero la distancia no es justa conmigo. Algún día debería recompensarme trayéndoles a todos a mi lado... no creo que pida tanto.

4 comentarios

coração vagabundo -

Dice una canción que la distancia es el olvido, y ni de coña! Piensa en el momento del primer encuentro, será genial!

Di -

Gracias Victor. Tienes toda la razón. El ejemplo lo tenemos ambos y tanta y tanta gente que hemos podido conocer en estos meses a través de algo tan frío como internet a priori, y sin embargo hoy son ya parte de nuestras vidas, imposible separarnos, no?
Un abrazo eterno, y un beso enorme

Victor Flyte -

Para el caariño no hay distancia.... y menos aún hoy en que las distancias son tan relativas. Un abrazo para ti.

Nell -

sangran mis manos al aferrarme a esta jaula de espinos en la que estoy condenada a vivir, gritar es inútil, porque es ahogado por el parloteo de los cuervos, que incesantes, esperan a vencerme, a comerme las entrañas, pero no podrán, en mis ojos doloridos brilla una llama, un recuerdo y una esperanza, seguiré llamándote cada noche, como en antaño, porque algún día bajaras del tren, y allí estaré esperándote, en el mismo banco, en el jardín de siempre…

Continua. Un beso.