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El fin de los días grises

En mi coche...

En mi coche... Quiero que sea ya esta noche, estar en otra ciudad, dormir en otra cama (o en mi coche, que para el caso llega a ser lo mismo), no dormir sola, recibir el abrazo que llevo reclamando tantos días, oir esa voz sin tener que poner un teléfono en medio.
Ya queda poco.
Es viernes, y no es un viernes que dé paso a un fin de semana más en mi ciudad, sin plan específico, sin muchas ganas de salir. Es un viernes de ilusión, cuando se viaja es lo que pasa.
Me encanta subirme en el coche, con algo de beber en el asiento del copiloto, la música puesta (incluso algún programa de radio que echen en ese momento), la carretera a mi disposición, viajar con calma, sin prisas, sin presión. Mirar por la ventanilla, ver caer el sol, conducir. Sí, como decía el anuncio "me gusta conducir". Y extrañamente me gusta conducir sola. Vamos, que si voy acompañada no es mala cosa, más bien al contrario según con quien viaje, pero como norma general prefiero viajar sola si es un viaje de mas de 300 kilómetros. Rarezas que tiene una. Es un momento para pensar, para reflexionar, para meterme un poco en mí e intentar ordenar pensamientos que giran en mi cabeza. Es increible la cantidad de cosas que he sacado en claro en mis viajes, tanto cuando iba en autobús como cuando voy en coche.
En el autobús me encantaba esa sensación de ponerme el discman (el walkman al principio, dando vueltas a la cinta) y escuchar cd tras cd durante las 5 ó 6 horas de viaje, pensando en mis cosas, riendo e incluso a veces llorando.
Debería animarme alguna vez a viajar sola, es decir, a llegar a un sitio y que no haya nadie esperándome. De hecho cuando he llegado a alguna ciudad extraña y he tenido que estar sola un rato he disfrutado bastante. Lo que pasa es que hoy en día, sinceramente, será el amor, pero prefiero llegar y encontrarle a él. Esa imagen es la más bella...
Buen fin de semana.

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