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El fin de los días grises

Y aquella tarde tan gris se llenó de color...

“Desde aquí, desde mi casa veo la playa vacía.
Ya lo estaba hace unos días, ahora está llena de lluvia”.

Iván Ferreiro –ya lo dije hace un tiempo- ha hecho una maravilla de trabajo. Un disco lleno de joyas incomparables las unas con las otras. Regalos para los oídos, y en general para los sentidos, porque así es la música, algo que vivir con todos los sentidos.
La música se oye, se siente, se palpa, se huele, se ve, la música es parte de mi cuerpo.

Nunca me gustó bailar, es algo que no va conmigo. No sé si es mi falta de coordinación, de ritmo, o mi insuperable miedo a hacer el ridículo, lo que me ha llevado a no haber bailado en mi vida quizás más de 20 segundos seguidos. No, ni siquiera bailaba en casa, a escondidas y enfrente de un espejo como muchos otros adolescentes. Lo máximo que he hecho ha sido saltar como una loca en un par de conciertos, pero saltar, saltar, nada de mover las caderas. No, no bailo, ni me gusta ni me interesa. Me parece algo completamente prescindible, aunque tenga una madre artista que baila como los ángeles.

De lo que no podría prescindir jamás es de la música. Sin ella pierdo parte de mi esencia.

Quizás vuelva en este blog a la costumbre que tenía siempre de escribir cartas empezándolas con la letra de una canción. Una canción puede decir mucho, da igual el idioma, da igual todo, sólo hay que leer, dejarse llevar y pensar que cada una de las canciones (aunque nos lo nieguen) han sido compuestas para nosotros.

Como todas las canciones de Iván Ferreiro, hechas para mí, para ti también, deberías escucharlas, no crees?

P.D.: H., anímate, que me gusta leerte feliz, irónica, brillante. Un abrazo, como el que te mandé el otro día por SMS, me alegro que sirviera para algo.

1 comentario

Toperro -

Yo tbn odio bailar pero hay gente q no lo entiende...eso no quita q haga el cabra con segun q tipo de musica (en mi intimidad claro xD. Besos