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El fin de los días grises

Cuando H. sea A.

M. duerme en el salón, la misma habitación que esta noche de nervios hemos compartido.

Sobre ese sillón y con un saco de dormir encima (sí, debió pasar mucho calor y se ha salido de él).

M. duerme aún, porque es pronto y anoche nos acostamos tarde. Porque los nervios no pudieron calmar el cansancio y el sueño.

El "niño sin nombre" se resiste. Quiere impedir que seamos nosotros dos de los primeros en verle la carita.

Anoche conocí Cádiz. Una Cádiz cerrada por la oscuridad, vacía para mí que iba en el taxi con la cabeza absorbiendo pensamientos.

Me hubiera gustado que todo fuera de otra forma, que el "niño sin nombre" nos enseñará sus manitas, acariciarle y mirarle con la ternura de quien sabe que está viendo a alguien especial. Pero parece que, por más esfuerzos que haga la madre, ese nacimiento se retrasará hasta nuestra marcha.

M. duerme, soñando con que ya será padrino cuando se despierte. La luz entra por la ventana, y las teclas suenan atronadoras entre tanto silencio. Yo también he dormido, poco, menos de lo que debería, pero no tengo sueño, sino ganas de despertar a todos y que nos marchemos.

Ignoro si J. finalmente vino anoche. Si lo hizo yo no la escuché, pero estará inventando miradas de su nieto.

Empieza un nuevo día, quizás el día en el que el "niño sin nombre" al fin tenga uno.

Quizás el día en que H. por fin sea A., ya os escribiré entonces, desde Málaga, cuando H. sea A.

2 comentarios

M -

me he emocionado mucho por la belleza de tus palabras, una y otra vez más, como siempre, llenando esa parte que tienes reservada para tí solita... te quiero guapa

Helena -

Qué bueno, yo pensando que estabas en Cádiz de Carnaval, mejor todavía, estàs preparando la bienvenida...

Un beso.