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El fin de los días grises

No olvidéis ese detalle

Es algo que ya he comentado en otras ocasiones: cuando la felicidad entra con fuerza en mi vida, y se instala incluso (nunca la felicidad eufórica, que de esa ya he hablado en otros artículos y es difícil de mantener más de dos días seguidos), me resulta harto complicado escribir asiduamente.

Es curioso, pero es la tristeza, la duda, el temor, mi musa.

No hay más excusa que esa.

Os cuento: tengo cada mañana libre. Mañanas primaverales que elevan el espíritu hasta altares inimaginables. Mañanas llenas de planes y cariño, de vida, de esa vida que no me canso de nombrar constantemente. Porque no es lo mismo vivir que estar vivo.

Como en mi casa, relajada, cocinando, disfrutando, aprendiendo. Y me marcho tranquilamente a mi trabajo. Entro a las cuatro de la tarde, y salgo a las nueve y media, con dos descansos de diez y veinte minutos. El trabajo hay días que es más estresante, cuando los clientes deciden que no eres un operador de una empresa de telefonía, sino un psicólogo que tiene todo el tiempo del mundo para escuchar sus súplicas, lloros, quejas y demás. Pero normalmente es bastante divertido, se pasa el tiempo volando. Y sin darme cuenta son las diez de la noche y ya estoy en casa. Me gusta el horario porque me permite disfrutar de las horas que más me gustan del día: la mañana y la noche. Y también me gusta porque es el que tengo, y en ese caso hay que saber adaptarse.

¿Los compañeros? Bueno, digamos que con el ritmo de trabajo que tenemos apenas se tiene relación con nadie. Tal vez al principio y en algún descanso, pero no confío en hacer amigos allí. Mis amigos están donde tienen que estar.

En fin, que entre ese trabajo y mi casa, mis ratos libres y vivir, no me queda mucho qué contar, y la verdad es que eso me apena un poco, porque echo en falta ponerme a escribir y contar cosas que nunca pensé que podrían salir de mí. Quizás con esa pequeña pena que ahora siento pueda escribir más, ¿no? Nunca se sabe, los misterios de las musas son insondables.

Pero yo estoy siempre por aquí, no olvidéis ese detalle.

2 comentarios

m -

nunca se sabe dónde podrás encontrar grandes amigos... no hay que cerrarse muchas puertas. fijaté tú lo que te trajo Granada...
Mil besos

Helena -

Ese detalle es imposible de olvidar. Me alegro de que vivas...

Un beso.