Blogia
El fin de los días grises

Temblé

Estoy cansada. Una no está acostumbrada a jugar un día al baloncesto y al día siguiente pasear un rato largo.

Pero Málaga está bonita, y ha merecido la pena caminar por sus calles, llenas de obras, sol, fantasía y turismo.

He vuelto del trabajo. Tengo labores nuevas. Además de recibir llamadas ahora también las hago, y lo peor es que me gusta. Estoy descubriendo en mí una faceta comercial que desconocía. De hecho pensé que no sería capaz jamás de vender ni agua en un desierto. Y bueno, mucho no vendo, me queda tantísimo por aprender…

Ya he cenado, he apagado las luces, he encendido la televisión. Tengo ganas de dormir. Anoche fue un día difícil, una noche angustiosa.

Por diversas razones que no vienen al caso por unas horas me sentí en la piel de los familiares de personas desaparecidas.

Coño, sé por experiencia muy directa lo durísimo que es perder a un ser querido. Es un dolor angustioso, una punzada en el centro del corazón, un ataque a nuestro centro vital.

Ayer, esta mañana, también he conocido un poco (sólo un poco y afortunadamente durante poco tiempo) la sensación de “la familia del desaparecido”. Y me ha entrado pánico. Debe ser durísimo vivir con esa incertidumbre total. Cuando alguien muere sabes que debes retomar tu vida, quizás cambiar algo para que la silla vacía no se haga tan patente. Pero si alguien desaparece: ¿empiezas de cero? ¿Intentas que nadie note la ausencia? ¿Disimulas? ¿Callas?

Imaginé ese instante, y temblé. La familia del desaparecido paraliza su vida en pos de una búsqueda que no sabes si tendrá resultado. Uf, es difícil expresar lo que se siente cuando se vive algo así. Yo, afortunadamente nunca lo he vivido, pero ayer y hoy me sentí cerca de ello… y temblé, sí, temblé.

2 comentarios

Alejandro -

Hola, Lobatona:
Soy Alejandro. Mis más sinceras disculpas por no haber dado señales de vida durante mi estancia en Cuba. En serio. Estoy arrepentido. Tuve a mi pobre madre en vilo, a mi hermano (y por extensión, a mi cuñada favorita). A mi padre, que es más tranquilo, lo compré con unas botellas de ron. Pero, en cualquier caso, se que no actué bien. No me hubiese costado nada... Cuál fue el problema?? Que se me fue la cabeza, que hacía mucho calor... más que en ninguna otra parte del mundo. No encuentro razones... Os recomiendo que ahorréis unos euros y os plantéis allí este verano. Tengo amigos ya que os pueden ayudar. Te vendrá bien para despejarte del trabajo y para poder comprender por qué no llamé(si se puede racionalizar mínimamente mi actuación atroz).
Un beso, Diana

Helena -

Debe ser para temblar y mucho peor todavía. La duda hace más daño que la propia herida...

Me alegro de verte con nuevas ilusiones en tu trabajo, jamás habría dudado yo de que tú no fueses buena vendedora, creo que eres capaz de convencer a cualquiera...;)

Un beso.