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El fin de los días grises

Cómo hablar

Nos falta decisión propia. Escasea alarmantemente la autonomía de pensamiento. Da igual si la elección es a o b, blanco o negro, alto o bajo, gordo o flaco. Nos cuesta definirnos.

Abogamos por esa absurda diplomacia que envuelve de falsedad cada conversación que mantenemos (o al menos un 80% de estas).

Será por el miedo al rechazo, por la ingenua y adolescente necesidad de tener que caer bien a todo el mundo. El caso es que estamos consiguiendo vivir en un mundo de medias tintas.

Y no me gusta.

A mí no me gusta que se me reprochen cosas cuando desaparezco del mapa, pero menos aún me gusta que si pregunto me digan que todo está bien.

No me gusta que me escriban un “te echo de menos” y cuando nos veamos no nos hablemos ni cinco minutos.

No comprendo porqué juzgamos tan rápido la ausencia, la falta de llamadas, la escasez de noticias.

Últimamente no estoy para nadie, es cierto. Puedo justificarlo, justificarme, pero no tengo necesidad. Quien quiera me lo puede preguntar, puede interrogarme si se debe a una crisis antisocial o a cuestiones internas. Puede mostrar interés en decirme qué piensa sobre esa actitud, o no decirme nada, pero entonces no admitiré posteriores reproches.

Con todo esto pretendo explicar que tendríamos que saber antes porqué una persona ya no llama como antes, ya no queda como hace tiempo, ya no es igual. Antes intentar ponernos sus zapatos y después juzgar. Yo también lo hago mal, que conste que no quiero decir que yo analice cada actitud antes de decantarme por una u otra opinión. Me confundo mucho, tomo decisiones incorrectas y sobre todo injustas. Pero quizás me esté cansando de pedir perdón y que nadie me lo pida a mí. Quizás abogo por el silencio en vista de que las palabras no solucionan nada.

Es fácil preguntar a alguien si está bien. Lo difícil es poner el interés suficiente para saber si nos está diciendo la verdad. Me propongo intentarlo, y no es Nochevieja ni una fecha marcada para hacer promesas. Es el momento en que quiero coger el toro por los cuernos y decidir por mí misma. Elegir ver el telediario de Antena 3 o de Telecinco porque a mí me apetezca. Le guste a quien le guste.

¿Pepsi o Coca Cola? ¿Cola Cao o Nesquick? ¿Lost o Prison Break? ¿Beso, verdad o atrevimiento?

2 comentarios

M -

Bueno, tiene esto miga para responder, aún así yo me encuentro con muchas sensaciones parecidas a las tuyas, pero me voy a quedar con una de la que menos entenderé, la de un "te echo de menos" cuando luego se hablan 5 minutos y el vacío es más vacío. ¿como hablar?... no lo sé, yo le intento pillar el truco a todo esto, y aún así se me hace dificil, pero aún así quiero ser honesto conmigo mismo, esta palabra tan bonita, y tan dificil, porque ser sincero es un asco.
Bueno, me gustan más los de Tele5, desde luego, ahora me gustan más los de CUATRO y me encantaba cuando salía la niña en Antena3, que eso si que era lo mejor...
Muchos Besos, que nunca falten, que haya de sobra...

Helena -

Cocacola, ni uno ni otro, Lost... joe, por supuesto que beso, que se atrevan otros...

Y el telediario de Tele5, of course...

Un beso.