Blogia
El fin de los días grises

Otra de efemérides

Otra de efemérides

Llegué a Eurocen como quien no quiere la cosa, porque el paro se acababa. Hace de esos dos años, ni más ni menos.

Y ese fue el único trabajo en el que me hicieron caso (aunque para ello creo recordar que quité de mi currículum el título de Periodismo).

Una breve entrevista. D. me esperaba fuera, en el coche, y mi madre en casa. Y por primera vez salía de una entrevista de trabajo pensando que no me desagradaban tanto las condiciones.

Sin embargo no me llamaron cuando dijeron que lo harían (ahora ya sé que eso es habitual en esta empresa, nada sucede cuando debe).

Lo hicieron varios días después, y cogí el teléfono porque estaba feliz, porque acababa de "casi-cerrar" la compra de mi piso.

Un curso del que sólo quedamos tres supervivientes: Anita en mi departamento, Samuel en cualquier otro y yo.

Desde aquel primer día de trabajo, con Jorge ayudándome y la sempiterna Lorena como jefa de equipo, hasta hoy han pasado tantas cosas, tanta gente, tantos disgustos y últimamente tantas risas.

Nada que ver tiene la Diana que entró entonces. Desconfiada ante la gente, temerosa de cada reacción, preocupada por cada llamada. De SIPU al 4408, de Front a Back, de Back a Lady Point.

La trayectoria ha sido amplia, diversa. He aprendido muchas cosas, aunque no parezca que en un sitio así se puede aprender nada.

He aprendido que quien menos creas puede ser un cordero disfrazado de lobo. Que te pisarán si no pisas tú antes (pero me sigo negando a pisar), que lo importante es el "yo" por encima de todo, que no te fíes de nada ni nadie...

Bueno, eso creía. Pero de unos meses a esta parte todo es distinto. Ya hay gente de la que quiero y necesito fiarme, gente que me hacen sentirme como en casa, y que me quitan la pereza de tener que ir a trabajar.

Me río con ellos, discutimos, desvariamos, opinamos, criticamos, y trabajamos!!! Sí, porque pese a lo que algunos puedan pensar realmente esta gente sabe sacar tiempo para todo.

No me arrepiento en absoluto de haber caído en esta empresa. Pero no por los jefes, ni por el trabajo, ni por los incentivos (jaja), sino por ellos, por sus sonrisas, a veces por sus abrazos, y porque son gente que realmente quitan lo gris a cualquier día.

Ya dos años. No sé cuanto me queda. No sé si me queda mucho o poco. Da igual. Es una experiencia inolvidable, en todos los sentidos. El trabajo es sólo eso trabajo, algo que necesitamos para todo lo demás; pero a mí me está dando también otras cosas. Y ya sólo eso es un incentivo de verdad.

3 comentarios

Miguelito -

En cualquier lado se aprende, muchas veces lo olvidamos.

Raquel -

En este tipo de trabajos, de los cuales yo he tenido muchos, lo mejor siempre ha sido la gente, porque en eso he tenido siempre mucha suerte, mis compañeros han sido excepcionales y me han alegrado el espíritu cada uno de los días en los que tuve el placer de trabajar con ellos codo con codo.

Un besazo enorme

becquer99 -

Por la parte en la que me siento identificado, ¡¡GRACIAS!! Gracias porque para mí también es un incentivo de verdad. Estaré feliz de seguir estando ahí y lucharé por mejorar mi carácter y mi ánimo huraños, que muchas veces, la verdad, no sé cómo sois capaces de soportarme.

No sé si procede, pero ¡felicidades!