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El fin de los días grises

Libros

Sin noticias de Gurb

Sin noticias de Gurb Eduardo Mendoza hizo una obra excepcional, con un éxito mayor del esperado, y que yo llevaba años queriendo leerme.

Lo he hecho entre ayer y hoy. Y es que "Sin noticias de Gurb" te atrapa, te hace sonreír e incluso te hace reír a carcajada limpia. ¿Y qué hay más genial que una carcajada que te sale de dentro?

Llevaba, como decía, años queriendo coger este libro y leérmelo. Siempre recordaré a mi añorado y desaparecido D., uno de los mejores amigos que nunca tuve, hablándome de lo que se reía con esta obra. Entre la nostalgia ochentera del viernes noche y la lectura de este libro ha sido un fin de semana redondo en cuanto a recuerdos. Sí, he pensado mucho en este amigo D. del que os hablo. En la cantidad de fines de semana juntos que pasábamos en Las Rozas, con R.; en nuestras charlas y nuestras partidas a Commandos (jaja, en las que siempre jugaba él y yo miraba), en sus abrazos y en la falta de palabras que nos perdió al final. Y me acuerdo tanto de él. Cómo me hablaba de sus visitas a Málaga, a visitar a la familia por parte de padre, y ahora soy yo la que vive aquí.

Nuestros paseos en Hoyo, nuestros viajes en coche, y el inolvidable viaje a Asturias. El último viaje de ese trío extraño que tanto nos queríamos y del que sólo quedan fotos, recuerdos y el "Beautiful day" de U2. De los conciertos de Manolo García (ese en el que diluvió, un septiembre en Las Ventas), de tantas y tantas cosas.

Porque D. fue una persona especial. Y me entristece tanto pensar que ya no existe nada entre nosotros más que silencio que ayudo más a ello no hablando nunca con nadie de él. Ni siquiera llegó a conocer a D., y sé que se caerían de maravilla. Porque este D. es una persona excepcional.

En fin, que la culpa ha sido de Eduardo Mendoza, porque me ha recordado a todas esas recomendaciones que D. me hacía sobre este libro. Sí, tenías razón, merece mucho la pena pasar unas horas sumergida en la literatura fresca y el retrato sarcástico de Mendoza. Aunque luego lo que quede sea otra vez esta nostalgia que me ha invadido el fin de semana...

Al menos el Málaga ha ganado, y D. ya ha vuelto a casa.

No te salves. Mario Benedetti

No te salves. Mario Benedetti

El otro día hablando con mi compi P. en el trabajo, salió a colación el maestro Benedetti.

Y no puedo más que poner aquí el más importante poema en mi vida. Por todo lo que significó en una etapa gris. Por ser M. el que me hizo entrar en el mundo del poeta uruguayo.

Benedetti ha sido parte crucial en mi "espacio literario". Un autor al que he leído y releído como a ninguno, encontrando en él una sensibilidad cercana. Y hoy os quiero dejar esta maravilla que es "No te salves". Espero que la aprovechéis, y disfrutéis de ella como yo lo hago todavía.

"No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo"

También os pongo este vídeo para oigáis una curiosa y bonita versión musical del poema. Opiniones espero...

Ana en mi mente

He tardado muchísimo en acabar de leerlo. También tardé mucho en empezar a hacerlo.

Hablo de “El diario de Ana Frank”. Cuando estuve en Ámsterdam tuve la ¿“suerte”? de visitar su Casa-Museo y ya me tocó la fibra sensible como antes no lo había hecho.

Años después por fin cayó en mis manos un ejemplar de este libro. Y en pequeños ratos de espera, en el coche, en casa, al fin esta mañana, he terminado de leerlo.

Y se queda un poso amargo, muy amargo, nada nuevo para cualquiera que conozca su historia.

Es tremenda la evolución de Ana. Una niña que creció demasiado deprisa, que pensaba que era más madura de lo que era, y que cuando admite sus debilidades demuestra entonces de verdad su increíble crecimiento.

Pero la vida no es justa, no lo fue con el Holocausto, no lo fue con personas como Ana, con miles de personas a las que una actitud infrahumana de un loco horrible impidió disfrutar de la luz del sol. No por unos días, no por unos años, sino por toda una vida.

Una propuesta

Una propuesta "Te propongo construir un nuevo canal,
sin exclusas ni excusas,
que comunique por fin,
tu mirada atlántica con mi natural pacífico"
Mario Benedetti

Ojalá lo hubiera escrito yo

Ojalá lo hubiera escrito yo Es de esas cosas que hubiera querido escribir alguna vez en mi vida. Pero no lo he hecho, alguien mucho más preclaro ha sabido exponer en unas palabras todo lo que hemos sentido nosotros alguna vez. Porque las despedidas son así, tan sencillas, tan duras. No sé de quién es, pero merece la pena.

"Perdona este final.
Ya sabes que en la vida sobran siempre las
últimas escenas.

La última hora de una noche de amor.
El último día de un viaje.
La última carta.
La penúltima copa.
Perdona este final.

Llueve,
me odias,
los bares cierran".

Hablando del asunto

Hablando del asunto Ni sé lo que busco en un libro ni en una película, a veces ni sé lo que espero de los demás, eso es mucho más complicado.
Pero acabo de recordar un libro que leí hace tiempo y que me entusiasmó: "Hablando del asunto" de Julian Barnes, una breve novela que se centraba en un triángulo amoroso, una historia mucho más habitual de lo que a veces creemos, y que narraba una de las escenas más bellas que recuerdo en un libro: una tarde de los tres protagonistas en una playa, la tarde en la que el amor juega una mala pasada y hace que uno sienta algo más por la persona equivocada. Cosas del corazón, cosas de la sociedad.
Mi vida sigue igual. Hoy me he vuelto a levantar, poquito a poco con mayores ganas, aunque aún me cuesta poner la sonrisa. Me he puesto mi discman con un cd de Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota, y al ritmo brutal de sus canciones he ido caminando a mi trabajo. Ahí he recibido la sonrisa de mi hermano, que siempre me llena y me hace agradecer a mis padres tenerle a mi lado. He trabajado, como hacía tiempo que no lo hacía, porque eso es lo que me da fuerzas y ganas de no pensar en nada más. He estado bien, y he vuelto a casa: comidita, televisión, libros ("Matar a un ruiseñor" es el que toca esta semana), algo de internet, reencuentro feliz con alguien que abandonó el barco y tortitas con Nocilla a mitad de la tarde, que dicen que el chocolate es el mejor antidepresivo que existe.
Estoy mejor, tengo más ganas de todo, pero aún siento un vacío extraño en mi corazón. Uf, cada vez me doy más cuenta de que me he equivocado, lástima no haber sido más hábil.
Se va acabando el día, la noche va cerrando sus ojitos, las estrellas brillarían si no me encontrara en una ciudad donde ver una es un milagro. Tecleo las letras, miro la pantalla, me acerco al móvil, no hay llamadas, hoy no hay recuerdos, hoy es un día gris... pero empieza a asomarse el sol por allí a lo lejos.
Por cierto, acaba de empezar en Telemadrid una de mis películas favoritas, "Martín (Hache)", grande como pocas. Cuanto más la veo más me gusta, y es que "vos y yo ya fuimos, Hache".

¡Vivimos!

¡Vivimos! En este día, el último de estas fiestas, me paro durante un instante a escuchar la radio y encuentro una entrevista impresionante con Nando Parrado, uno de los supervivientes de la tragedia de los Andes en 1972. Un avión uruguayo, con miembros de un equipo de rugby y familiares de estos que se estrelló en dicha cordillera.
Sólo 16 personas salieron vivas. Gente joven, mucho más de lo que pudiéramos pensar, con 17, 18, 19 años. De repente se vieron inmersos en la peor aventura de sus vidas, en la cual para sobrevivir tuvieron incluso que alimentarse con la carne de sus compañeros fallecidos.
Escucho hablar a Nando y decido buscar entonces el libro de Piers Paul Read "¡Viven! El triunfo del espíritu humano", y recuerdo los grandes momentos que pasé leyéndolo, con 17 años, mientras escuchaba "El espíritu del vino", el mejor trabajo para mí de Héroes del Silencio.
Se me quedó grabado el dolor, la alegría, la emoción, todas las intensas sensaciones que debieron pasar para sobrevivir. Se me quedó grabada también la música, es inevitable, supongo que no sentiría lo mismo releyendo ahora este libro si no escuchara de fondo a Bunbury, como entonces. Lo leí entonces y creo que debo releerlo ahora, para redescubrir todo aquello que las personas somos capaces de hacer por seguir respirando unos segundos más. Y así quizás olvidar que nos ahogamos en vasos de agua, que debemos ver todo de otra manera. Gran libro, gran cd, gran historia, grandes supervivientes.

Una de Borges

Una de Borges Me acaba de mandar esto mi amiga Esther, y quería aprovechar para ponerlo aquí. Gracias niña!!

DESPÚES DE UN TIEMPO, UNO APRENDE LA SUTIL DIFERENCIA
ENTRE SOSTENER UNA MANO Y ENCADENAR UN ALMA
Y UNO APRENDE QUE EL AMOR NO SIGNIFICA RECOSTARSE
Y UNA COMPAÑÍA NO SIGNIFICA SEGURIDAD. Y UNO EMPIEZA A APRENDER
QUE LOS BESOS NO SON CONTRATOS Y LOS REGALOS NO SON PROMESAS Y
UNO EMPIEZA A ACEPTAR SUS DERROTAS CON LA CABEZA ALTA Y LOS OJOS
ABIERTOS, CON LAS GRACIAS DE UNA MUJER
Y NO CON EL DOLOR DE UN NIÑO...

Y UNO APRENDE A CONSTRUIR TODOS SUS CAMNIOS EN EL HOY,
PORQUE EL TERRENO DEL MAÑANA ES DEMASIADO INSEGURO
PARA PLANES. Y LOS FUTUROS TIENEN UNA FORMA DE CAERSE
EN LA MITAD, Y DESPUÉS DE UN TIEMPO UNO APRENDE QUE SI ES
DEMASIADO HASTA EL CALORCITO DEL SOL QUEMA

ASÍ QUE UNO PLANTA SU PROPIO JARDÍN Y DECORA SU PROPIA
ALMA, EN LUGAR DE ESPERAR QUE ALGUIEN LE TRAIGA FLORES

Y UNO APRENDE QUE REALMENTE PUEDE AGUANTAR, QUE UNO ES
REALMENTE FUERTE, QUE UNO REALMENTE VALE, Y UNO APRENDE Y
APRENDE...CON CADA ADIÓS, UNO APRENDE.

Jorge Luis Borges

Un poema de Benedetti. Don Mario nos enseña una vez más...

Un poema de Benedetti. Don Mario nos enseña una vez más... Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defenderla alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.