Sin noticias de Gurb
Lo he hecho entre ayer y hoy. Y es que "Sin noticias de Gurb" te atrapa, te hace sonreír e incluso te hace reír a carcajada limpia. ¿Y qué hay más genial que una carcajada que te sale de dentro?
Llevaba, como decía, años queriendo coger este libro y leérmelo. Siempre recordaré a mi añorado y desaparecido D., uno de los mejores amigos que nunca tuve, hablándome de lo que se reía con esta obra. Entre la nostalgia ochentera del viernes noche y la lectura de este libro ha sido un fin de semana redondo en cuanto a recuerdos. Sí, he pensado mucho en este amigo D. del que os hablo. En la cantidad de fines de semana juntos que pasábamos en Las Rozas, con R.; en nuestras charlas y nuestras partidas a Commandos (jaja, en las que siempre jugaba él y yo miraba), en sus abrazos y en la falta de palabras que nos perdió al final. Y me acuerdo tanto de él. Cómo me hablaba de sus visitas a Málaga, a visitar a la familia por parte de padre, y ahora soy yo la que vive aquí.
Nuestros paseos en Hoyo, nuestros viajes en coche, y el inolvidable viaje a Asturias. El último viaje de ese trío extraño que tanto nos queríamos y del que sólo quedan fotos, recuerdos y el "Beautiful day" de U2. De los conciertos de Manolo García (ese en el que diluvió, un septiembre en Las Ventas), de tantas y tantas cosas.
Porque D. fue una persona especial. Y me entristece tanto pensar que ya no existe nada entre nosotros más que silencio que ayudo más a ello no hablando nunca con nadie de él. Ni siquiera llegó a conocer a D., y sé que se caerían de maravilla. Porque este D. es una persona excepcional.
En fin, que la culpa ha sido de Eduardo Mendoza, porque me ha recordado a todas esas recomendaciones que D. me hacía sobre este libro. Sí, tenías razón, merece mucho la pena pasar unas horas sumergida en la literatura fresca y el retrato sarcástico de Mendoza. Aunque luego lo que quede sea otra vez esta nostalgia que me ha invadido el fin de semana...
Al menos el Málaga ha ganado, y D. ya ha vuelto a casa.