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El fin de los días grises

Ana en mi mente

He tardado muchísimo en acabar de leerlo. También tardé mucho en empezar a hacerlo.

Hablo de “El diario de Ana Frank”. Cuando estuve en Ámsterdam tuve la ¿“suerte”? de visitar su Casa-Museo y ya me tocó la fibra sensible como antes no lo había hecho.

Años después por fin cayó en mis manos un ejemplar de este libro. Y en pequeños ratos de espera, en el coche, en casa, al fin esta mañana, he terminado de leerlo.

Y se queda un poso amargo, muy amargo, nada nuevo para cualquiera que conozca su historia.

Es tremenda la evolución de Ana. Una niña que creció demasiado deprisa, que pensaba que era más madura de lo que era, y que cuando admite sus debilidades demuestra entonces de verdad su increíble crecimiento.

Pero la vida no es justa, no lo fue con el Holocausto, no lo fue con personas como Ana, con miles de personas a las que una actitud infrahumana de un loco horrible impidió disfrutar de la luz del sol. No por unos días, no por unos años, sino por toda una vida.

2 comentarios

Helena -

Este libro está en mi lista de los deberes, pero sólo pensar en el sufrimiento me aleja de él. Deberé armarme de fuerzas y hacerme con él.

Un beso.

M -

REcuerdo leer el libro hace muchos años, y apenas recuerdo nada del libro, lo que si recuerdo, una edición bastante cutre que estuve buscando al final del museo, donde hay muchas ediciones del libro.
Para mi el museo-casa era estremecedor, primero y principal porque parecía todo muy normal, y esa normalidad era la que daba escalofríos, me daba la sensación de que había pasado hace poco, hace un par de años, el caso es que habían pasado muuuchos, pero en una época de un pensamiento ya libre, ya más moderno: aterrador.
Siempre he defendido que hay que intentar ser buena persona, intentar dar lo mejor de uno, para que así, y si realmente existe el modelaje, los seres humanos no lleguemos a ese tipo de barbaries...
Y aquí me callo ya...
Bueno, yo me he leído 11 Minutos de Pablo Coello, muy bonito...
Mil besos cariño