Hablando del asunto
Ni sé lo que busco en un libro ni en una película, a veces ni sé lo que espero de los demás, eso es mucho más complicado.
Pero acabo de recordar un libro que leí hace tiempo y que me entusiasmó: "Hablando del asunto" de Julian Barnes, una breve novela que se centraba en un triángulo amoroso, una historia mucho más habitual de lo que a veces creemos, y que narraba una de las escenas más bellas que recuerdo en un libro: una tarde de los tres protagonistas en una playa, la tarde en la que el amor juega una mala pasada y hace que uno sienta algo más por la persona equivocada. Cosas del corazón, cosas de la sociedad.
Mi vida sigue igual. Hoy me he vuelto a levantar, poquito a poco con mayores ganas, aunque aún me cuesta poner la sonrisa. Me he puesto mi discman con un cd de Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota, y al ritmo brutal de sus canciones he ido caminando a mi trabajo. Ahí he recibido la sonrisa de mi hermano, que siempre me llena y me hace agradecer a mis padres tenerle a mi lado. He trabajado, como hacía tiempo que no lo hacía, porque eso es lo que me da fuerzas y ganas de no pensar en nada más. He estado bien, y he vuelto a casa: comidita, televisión, libros ("Matar a un ruiseñor" es el que toca esta semana), algo de internet, reencuentro feliz con alguien que abandonó el barco y tortitas con Nocilla a mitad de la tarde, que dicen que el chocolate es el mejor antidepresivo que existe.
Estoy mejor, tengo más ganas de todo, pero aún siento un vacío extraño en mi corazón. Uf, cada vez me doy más cuenta de que me he equivocado, lástima no haber sido más hábil.
Se va acabando el día, la noche va cerrando sus ojitos, las estrellas brillarían si no me encontrara en una ciudad donde ver una es un milagro. Tecleo las letras, miro la pantalla, me acerco al móvil, no hay llamadas, hoy no hay recuerdos, hoy es un día gris... pero empieza a asomarse el sol por allí a lo lejos.
Por cierto, acaba de empezar en Telemadrid una de mis películas favoritas, "Martín (Hache)", grande como pocas. Cuanto más la veo más me gusta, y es que "vos y yo ya fuimos, Hache".
Pero acabo de recordar un libro que leí hace tiempo y que me entusiasmó: "Hablando del asunto" de Julian Barnes, una breve novela que se centraba en un triángulo amoroso, una historia mucho más habitual de lo que a veces creemos, y que narraba una de las escenas más bellas que recuerdo en un libro: una tarde de los tres protagonistas en una playa, la tarde en la que el amor juega una mala pasada y hace que uno sienta algo más por la persona equivocada. Cosas del corazón, cosas de la sociedad.
Mi vida sigue igual. Hoy me he vuelto a levantar, poquito a poco con mayores ganas, aunque aún me cuesta poner la sonrisa. Me he puesto mi discman con un cd de Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota, y al ritmo brutal de sus canciones he ido caminando a mi trabajo. Ahí he recibido la sonrisa de mi hermano, que siempre me llena y me hace agradecer a mis padres tenerle a mi lado. He trabajado, como hacía tiempo que no lo hacía, porque eso es lo que me da fuerzas y ganas de no pensar en nada más. He estado bien, y he vuelto a casa: comidita, televisión, libros ("Matar a un ruiseñor" es el que toca esta semana), algo de internet, reencuentro feliz con alguien que abandonó el barco y tortitas con Nocilla a mitad de la tarde, que dicen que el chocolate es el mejor antidepresivo que existe.
Estoy mejor, tengo más ganas de todo, pero aún siento un vacío extraño en mi corazón. Uf, cada vez me doy más cuenta de que me he equivocado, lástima no haber sido más hábil.
Se va acabando el día, la noche va cerrando sus ojitos, las estrellas brillarían si no me encontrara en una ciudad donde ver una es un milagro. Tecleo las letras, miro la pantalla, me acerco al móvil, no hay llamadas, hoy no hay recuerdos, hoy es un día gris... pero empieza a asomarse el sol por allí a lo lejos.
Por cierto, acaba de empezar en Telemadrid una de mis películas favoritas, "Martín (Hache)", grande como pocas. Cuanto más la veo más me gusta, y es que "vos y yo ya fuimos, Hache".
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