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El fin de los días grises

Death cab for cutie

Death cab for cutie Acabo de llegar a casa. Hora y media de buena música, la puesta en escena de este grupo que descubrí gracias a E.
Me ha gustado, mucho, escuchar música en directo siempre me hace transportarme, viajar, soñar, pensar en muchas cosas, proyectos y gente.
Y además a eso se ha unido que el cantante en un inglés que yo he entendido a medias ha comentado una de esas frases que me hacen reflexionar: "nunca había estado en una ciudad donde en una parte nevara y en la otra estuviera soleado". Me ha gustado esa idea, porque así siempre he comprendido a Madrid: una ciudad de extremos opuestos. Un barrio como Vallecas y otro como Retiro... y mi casa en medio, en territorio de nadie. Cruzar un puente, el puente que va del paraíso a la miseria, de la riqueza a la pobreza, de la gente humilde a aquellos que ni siquiera te sujetan una puerta. He estudiado en Moratalaz, vivido en Aluche y Retiro, trabajado en Velázquez, ido a la facultad de Ciudad Universitaria, pateado Plaza España, recorrido mil veces Gran Vía. Ahora conozco poco a poco lugares a los que nunca pensé que iría, y me gusta, Madrid me gusta, aunque todos esos contrastes a veces me hagan también odiarla. Amor y odio, nieve y sol, los contrastes de las grandes ciudades, y de las pequeñas también, por supuesto.
La nieve de hoy ha sido un momento dulce, para recordar la infancia, para abstraerte, mirando la ventisca que arrastraba copos de nieve, ha sido una imagen bonita. Me he acordado de "American Beauty" y el episodio de la bolsa que gira y gira por el viento. Aquí el elemento era la nieve, el viento también tenía su importancia, y lo bonito era observar a la gente caminando, de un modo inusual, porque no sabemos movernos entre determinados elementos nuevos... contrastes, nieve y sol, música en directo, me gusta. Ha sido un buen día.

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