Somos levedad
Manolo García decía acertadamente en una de sus canciones que somos levedad. Y tanto que lo somos.
Acudo a mi blog consternada, sí. Consternada porque he visto la muerte de cerca, y sobre todo el dolor, la tristeza, la desesperanza y el morbo.
Bajaba a mi coche, junto con D., poco más de las 10 de la noche, una noche calurosa. Íbamos felices, mañana celebramos un día especial. Y de golpe y plumazo esa alegría se ha borrado. Eso es lo de menos. Mi alegría, nuestra felicidad o no, es absurda, hasta superficial, en un momento como este.
Debajo de mi casa hay un gimnasio, y casualmente he aparcado enfrente de el. Al llegar al coche comprobamos que la calle está cortada, y nos es imposible salir, ni hacia delante ni hacia atrás. Coches y motos de policía, una ambulancia reculando y un coche funerario. El resto es hacer volar la imaginación. Quizás especular demasiado.
He visto tíos hechos y derechos llorando como niños, mujeres abrazadas llorando desconsoladas, personas con la mirada perdida, un cadáver de un joven, y decenas de morbosos asistiendo a este luctuoso hecho como si de la última película de Tarantino se tratara.
Hubiera pagado por no verlo. De hecho he pedido a un policía que me dejaran salir marcha atrás, pero mi coche estaba demasiado cerca del coche funerario, todo demasiado irreal, demasiado tétrico, demasiado dramático.
Somos levedad, demasiada levedad, y yo ahora soy sólo un muñeco sin alma.
P.D.: Carol, siempre estaré a tu lado, aunque me pierda, que sabes que lo hago, pero estoy, estamos, somos tus amigos, en lo bueno, y fundamentalmente en lo malo.
Por cierto, y para cambiar el tono del post: irónicamente hoy veía por primera vez una serie que me ha parecido maravillosa: Tan muertos como yo: Hay que ver, nos reímos con la muerte, jugamos con ella ella nos da toda la vida de ventaja.
Acudo a mi blog consternada, sí. Consternada porque he visto la muerte de cerca, y sobre todo el dolor, la tristeza, la desesperanza y el morbo.
Bajaba a mi coche, junto con D., poco más de las 10 de la noche, una noche calurosa. Íbamos felices, mañana celebramos un día especial. Y de golpe y plumazo esa alegría se ha borrado. Eso es lo de menos. Mi alegría, nuestra felicidad o no, es absurda, hasta superficial, en un momento como este.
Debajo de mi casa hay un gimnasio, y casualmente he aparcado enfrente de el. Al llegar al coche comprobamos que la calle está cortada, y nos es imposible salir, ni hacia delante ni hacia atrás. Coches y motos de policía, una ambulancia reculando y un coche funerario. El resto es hacer volar la imaginación. Quizás especular demasiado.
He visto tíos hechos y derechos llorando como niños, mujeres abrazadas llorando desconsoladas, personas con la mirada perdida, un cadáver de un joven, y decenas de morbosos asistiendo a este luctuoso hecho como si de la última película de Tarantino se tratara.
Hubiera pagado por no verlo. De hecho he pedido a un policía que me dejaran salir marcha atrás, pero mi coche estaba demasiado cerca del coche funerario, todo demasiado irreal, demasiado tétrico, demasiado dramático.
Somos levedad, demasiada levedad, y yo ahora soy sólo un muñeco sin alma.
P.D.: Carol, siempre estaré a tu lado, aunque me pierda, que sabes que lo hago, pero estoy, estamos, somos tus amigos, en lo bueno, y fundamentalmente en lo malo.
Por cierto, y para cambiar el tono del post: irónicamente hoy veía por primera vez una serie que me ha parecido maravillosa: Tan muertos como yo: Hay que ver, nos reímos con la muerte, jugamos con ella ella nos da toda la vida de ventaja.
4 comentarios
Juan Lloris -
Rut -
besitos
Toperro -
Yo vi (de lejos un poco eso si) tras un partido de ULEB como un coche se salto un rojo estampo a otro q cruzaba en verde x otro lado, moria la chica (los bakalas la intentaron sacar sine xito eso si pero ellos sin un rasguño) en el acto y cada mes veo alli los ramos de rosas...
Helena -
Muñecos, tal vez, pero sin alma nunca.
Besos.Adiós.