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El fin de los días grises

Bodas y diretes...

Bodas y diretes... Me parece mentira en qué somos capaces de convertirnos a veces, entrando al juego de un espectáculo absurdo, digno de una película de Berlanga. Realmente (nunca mejor dicho) nos interesa algo esa boda de la que tanto se habla y no se deja de hablar?
Me gusta que se celebre en mi ciudad como elemento puramente histórico, saber que en unos años se recordará como el lugar en el que se celebró la última boda real (cabe esa posibilidad no?) de esta monarquía imperante.
Pero por favor, que se acabe ya este circo!! Esos adornos dignos de cualquier persona con el peor gusto posible, esas luces infinitas que nunca debieron encenderse, ese maremagnum de personas ávidas de capturar la foto de la Cibeles iluminada por unos halos insufribles. Atasco, caos, desconcierto.
La ciudad creo que está dividida en dos: los que despotrican, despotricamos, contra toda esta parafernalia que se ha creado en torno a un acontecimiento irrelevante en nuestras vidas, marginados como ciudadanos durante dos días, sin derecho a la libertad de movimientos por nuestra ciudad, y aquellos que están encantados y deseosos de que llegue el momento cumbre mañana, para salir a la calle a buscar a Letizia y al Príncipe, a los miles de invitados, vibrar con la música, con los coches, sudar por el sol (si es que hay sol al final, jaja), hacer fotos y volver corriendo a casa a ver "las mejores jugadas" por la televisión.
Pues mientras todo eso pasa yo me voy de boda, sí señor, olé por mi prima que se casa el mismo día que el F. y la L., sí, boda en San Martín de la Vega, pueblo cerca de Madrid, ahora conocido por ser donde se encuentra la Warner. Boda familiar (diossssssss, qué miedo y qué suplicio al mismo tiempo) que me va a impedir, afortunadamente, ver por la tele ese enlace que el domingo será historia, o eso espero.
Porque no pensarán estar toda la semana recordándonos que el F. y la L. se han casado no?

1 comentario

Coração Vagabundo -

seguro, seguro que nos lo van a contar hasta que nos salga por las orejas. Creo que ahora mismo voy a perderme a la montaña, a ver si hay suerte y los animalitos que me encuentre por el camino no me cuentan nada.