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El fin de los días grises

El pincel de mi vida

El pincel de mi vida Ayer fue uno de esos días que deberíamos borrar del calendario, más bien del calendario de nuestra vida.
Me sentí como alma en pena, vagando por la casa, intentando encontrar en algún rincón un motivo para sonreir, pero no lo encontré.
Y hoy, cuando el día había amanecido también gris, finalmente encuentro la razón para reir, la vida debe ser bella, la vida debemos intentar dirigirla nosotros, y por ello debemos ser dueños de nuestros estados de ánimo. Ayer borré mi vida, hoy la estoy pintando de nuevo, y debo dar las gracias una vez más a mi niño, a D., por estar conmigo en estos momentos, y también a la de siempre, a R.
Los colores que uso son brillantes, vivos, colores llenos de amor, de cariño, de paz, de amistad, de vida, en fin... vivir es solamente vida, no hay que darle más vueltas.
Echo de menos a C. No sé nada de ella desde hace una semana, si acaso una simple llamada perdida, y me gustaría tanto hablar con ella, como siempre, sólo espero que esta ausencia no se deba a nada malo, sino todo lo contrario.
Ayer me ahogaba en casa y hoy en cambio tengo ganas de estar aquí, de leer, de escribir, de ver la tele, de limpiar incluso la casa. Hacer todas esas cosas que me cansan, me hartan y me aburren. Encuentro en mi soledad ahora mismo mayor placer que en compartir la tarde con alguien sólo por el hecho de estar fuera y acompañada. Y sin embargo quiero hacer caso a aquella frase, gran frase de Estopa: "siempre quiero estar contento, triste no valgo la pena". Y como yo quiero valer la pena, al menos para mí, al menos para quienes me quieren incondicionalmente (qué poquitos son), pues sólo por esa razón hoy vuelvo a sonreir.
Dibujando mi vida, coloreando mis sueños, pintando mi sonrisa.

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