Los latidos del corazón
Escucho los latidos de mi corazón, eso no es algo habitual. Normalmente he tenido siempre un pulso muy ligero, unos latidos apenas audibles, pero desde ayer mi corazón está algo acelerado y ahora me lo oigo.
Me decía un amigo, un ex-compañero de la radio, que si ibas con la cabeza agachada, mirando al suelo, mientras paseabas por las calles lo más normal era acabar encontrando dinero. Yo me preguntaba si tanta gente perdía dinero al cabo del día, ¿sería eso posible? Lo es, una sola vez lo probé de verdad, un solo día salí de casa mirando al suelo y encontré un billete de 1.000 pesetas (ya os podéis hacer a la idea del tiempo que ha pasado). ¿Y por qué entonces no lo hago más? Pues porque me pierdo sino una de las cosas que más me gusta en este mundo: las personas. Ya veis, no soy de las que prefieren a un animal por encima de un hombre, para nada; las personas siguen siendo lo más interesante que conozco. Aunque encuentre gente rara, aunque haya mucha maldad, mucha envidia, mucha rabia, pese a ello siempre me gustarán las personas.
Por eso ya no busco dinero con la cabeza mirando al suelo, no puedo perderme las caras de sueño, de felicidad, de tristeza, de enfado, que cada día se asoman a la ventana del mundo. Y tampoco quiero perderme el cielo, azul y grisáceo, mezcla extraña que en Madrid es más nublada por el humo. Ni los tejados de los que hablaba Martín (Hache). No quiero perderme nada, porque tampoco sé cuanto tiempo seguiré en esta ciudad. Sé que resulta difícil de creer, sobre todo para quienes me conocen desde hace tiempo, pero si por mí fuera mañana mismo no viviría en Madrid. ¿El destino? Una ciudad del sur, rodeada de mar, llena de vida, llena de amor, con la magia necesaria y la persona imprescindible, a mitad de camino entre mi mejor amigo y mi mejor amiga. Quiero un trabajo en Málaga, definitivamente.
Por cierto, en esta entrada tan mezclada, como si fuera a pasar todos los ingredientes de mi vida por la toormix de mis pensamientos y el tamiz de mis palabras, no quiero olvidarme de comentar algo en lo que he pensado hoy (son las 10:31 de la mañana y no he parado de pensar aún): ¿por qué casi todos mis lectores al menos los que dejan comentarios son hombres?
Mmm, cuanto menos susceptible de una conversación...
Por cierto, a Dani, Albert, Ciclop y Coraçao: gracias por vuestras palabras, eran lo que necesitaba.
Me decía un amigo, un ex-compañero de la radio, que si ibas con la cabeza agachada, mirando al suelo, mientras paseabas por las calles lo más normal era acabar encontrando dinero. Yo me preguntaba si tanta gente perdía dinero al cabo del día, ¿sería eso posible? Lo es, una sola vez lo probé de verdad, un solo día salí de casa mirando al suelo y encontré un billete de 1.000 pesetas (ya os podéis hacer a la idea del tiempo que ha pasado). ¿Y por qué entonces no lo hago más? Pues porque me pierdo sino una de las cosas que más me gusta en este mundo: las personas. Ya veis, no soy de las que prefieren a un animal por encima de un hombre, para nada; las personas siguen siendo lo más interesante que conozco. Aunque encuentre gente rara, aunque haya mucha maldad, mucha envidia, mucha rabia, pese a ello siempre me gustarán las personas.
Por eso ya no busco dinero con la cabeza mirando al suelo, no puedo perderme las caras de sueño, de felicidad, de tristeza, de enfado, que cada día se asoman a la ventana del mundo. Y tampoco quiero perderme el cielo, azul y grisáceo, mezcla extraña que en Madrid es más nublada por el humo. Ni los tejados de los que hablaba Martín (Hache). No quiero perderme nada, porque tampoco sé cuanto tiempo seguiré en esta ciudad. Sé que resulta difícil de creer, sobre todo para quienes me conocen desde hace tiempo, pero si por mí fuera mañana mismo no viviría en Madrid. ¿El destino? Una ciudad del sur, rodeada de mar, llena de vida, llena de amor, con la magia necesaria y la persona imprescindible, a mitad de camino entre mi mejor amigo y mi mejor amiga. Quiero un trabajo en Málaga, definitivamente.
Por cierto, en esta entrada tan mezclada, como si fuera a pasar todos los ingredientes de mi vida por la toormix de mis pensamientos y el tamiz de mis palabras, no quiero olvidarme de comentar algo en lo que he pensado hoy (son las 10:31 de la mañana y no he parado de pensar aún): ¿por qué casi todos mis lectores al menos los que dejan comentarios son hombres?
Mmm, cuanto menos susceptible de una conversación...
Por cierto, a Dani, Albert, Ciclop y Coraçao: gracias por vuestras palabras, eran lo que necesitaba.
4 comentarios
Coração Vagabundo -
m -
precioso... yo tampoco me niego a perderme a la gente ni por un billete de mil pesetas...
te quiero guapa!
Daniel -
Es broma, Catalunya es una zona que me encanta, siempre dije que alguna vez me tocará vivir en Barcelona. No me caben dudas.
Precioso mensaje mi niña, te vas superando día a día.
Me pasa igual cuando estoy contigo. No miro el suelo, ni a las personas, ni al mundo, ni siquiera los semáforos o los coches que pasen cerca nuestra. Tus ojos me hipnotizan y lo sabes.
Un besito para tí y saludos al resto de amigos que tienes por esta página :)
Ciclop -
Tampoco te contare el dia que encontre un fajo de billetes de 5 i 10 euros, hehe
Pues nada chica, yo preferiria que te vinieras para Bcn o Tgn, donde el tiempo es mejor que en malaga... pero alli tienes a kien tienes y se entiende :)
Lo de que solo los hombres te leemos... pues no se... sera que aun ninguna chica ha pasado por aquí, ellas se lo pierden. Un besote! :*