Sigo buscando
Escribir suele ser una válvula de escape.
Por este rincón, aunque aparezcan palabras vacías de sentido y de sentimiento, se expanden mis ideas, mis preocupaciones, mis alegrías.
Escribir suele servir para desahogarse, para sacar ese dolor que en ocasiones llevas dentro y no logras eliminar con una simple pastillita. Porque ojalá existiera una pastilla que hiciera olvidar el dolor o la pena, las ausencias y los miedos, las dudas y la cobardía.
No tengo pastillas para ello, sólo tengo mis manos, mis dedos que aporrean este teclado, y un caos de ideas dando vueltas por una cabecita loca. Quizás no estoy mal, quizás simplemente estoy desencantada porque no soy como creía ser. O quizás no sea ni una cosa ni la otra, sino que me falta la facilidad que en otro tiempo tuve.
Ya he descubierto que no existen las musas, que no hay excusas para cuando dejas de escribir, para cuando se agotan las ideas y el saber hacer. No, no existe la falta de inspiración, mejor afrontarlo de cara: el problema es la inconstancia, las pocas ganas de esforzarme por algo que antes me ilusionaba.
Cuando creé esta página, no hace aún ni un año (sí, soy pesada con las fechas, ¿qué le hago si estos meses son prolíficos en días marcados?), recuerdo que hablaba con mis amigos y les comentaba lo entusiasmada que me sentía con esto. Me daba la posibilidad de obligarme, de escribir lo que quisiera, soltar todas las ideas que día a día tenía. Pero pasa el tiempo y veo que las ideas se han evaporado, y descubro que quizás no tengo tantas como creía, y ya no sé sobre qué escribir.
Pero no, creo que eso no es verdad. La verdad es que no tengo ganas de escribir. Ni aquí ni un simple email a un amigo. Me cuesta tanto hacerlo, me cuesta tanto escribir las cosas que tengo que hacer para mi trabajo, que he descubierto esta mañana que estoy agotada.
No podré escribir ese libro que le prometí a mi padre.
No escribiré esos emails kilométricos que alguna amiga quiso guardar para publicar en un libro el día que, según ella, me hiciera famosa.
No podré escribir nunca la poesía que me debía.
Jamás escribiré la letra de la canción que soñé.
Ni siquiera pondré en un libro la dedicatoria que esa persona merece.
No haré nada de eso si sigo por este camino.
Por eso cuando algo no funciona lo mejor es aparcarlo.
Cuando he empezado a escribir este artículo no tenía pensado nada, ni mucho menos esta conclusión. Pero creo que es algo que necesito.
Escribir debe servir como desahogo, pero si no cumple su propósito, sino que me recuerda cada día que no es lo que debería ser, llega el momento de cerrar la puerta.
Y lo hago sabiendo, porque me conozco, que quizás mañana mismo la abra de nuevo, porque lo necesite y tenga que volver a mostrar en este rincón mi corazón.
Por eso, porque sé fehacientemente que esto no es un adiós, no voy a usar nigún recurso de despedida habitual. Digamos que me voy de vacaciones escritoras, que me tomo un respiro para verme de nuevo desde otro prisma. No es lo único que voy a cambiar, claro que no. Pero como dijo un gran amigo un día, y creo que Teresa de Jesús antes que él: En épocas de crisis no hacer grandes mudanzas. No habrá cambios brutales, no sabría hacerlos.
Sólo sé que necesito encontrar de nuevo mi sitio, sigo buscando.
Por este rincón, aunque aparezcan palabras vacías de sentido y de sentimiento, se expanden mis ideas, mis preocupaciones, mis alegrías.
Escribir suele servir para desahogarse, para sacar ese dolor que en ocasiones llevas dentro y no logras eliminar con una simple pastillita. Porque ojalá existiera una pastilla que hiciera olvidar el dolor o la pena, las ausencias y los miedos, las dudas y la cobardía.
No tengo pastillas para ello, sólo tengo mis manos, mis dedos que aporrean este teclado, y un caos de ideas dando vueltas por una cabecita loca. Quizás no estoy mal, quizás simplemente estoy desencantada porque no soy como creía ser. O quizás no sea ni una cosa ni la otra, sino que me falta la facilidad que en otro tiempo tuve.
Ya he descubierto que no existen las musas, que no hay excusas para cuando dejas de escribir, para cuando se agotan las ideas y el saber hacer. No, no existe la falta de inspiración, mejor afrontarlo de cara: el problema es la inconstancia, las pocas ganas de esforzarme por algo que antes me ilusionaba.
Cuando creé esta página, no hace aún ni un año (sí, soy pesada con las fechas, ¿qué le hago si estos meses son prolíficos en días marcados?), recuerdo que hablaba con mis amigos y les comentaba lo entusiasmada que me sentía con esto. Me daba la posibilidad de obligarme, de escribir lo que quisiera, soltar todas las ideas que día a día tenía. Pero pasa el tiempo y veo que las ideas se han evaporado, y descubro que quizás no tengo tantas como creía, y ya no sé sobre qué escribir.
Pero no, creo que eso no es verdad. La verdad es que no tengo ganas de escribir. Ni aquí ni un simple email a un amigo. Me cuesta tanto hacerlo, me cuesta tanto escribir las cosas que tengo que hacer para mi trabajo, que he descubierto esta mañana que estoy agotada.
No podré escribir ese libro que le prometí a mi padre.
No escribiré esos emails kilométricos que alguna amiga quiso guardar para publicar en un libro el día que, según ella, me hiciera famosa.
No podré escribir nunca la poesía que me debía.
Jamás escribiré la letra de la canción que soñé.
Ni siquiera pondré en un libro la dedicatoria que esa persona merece.
No haré nada de eso si sigo por este camino.
Por eso cuando algo no funciona lo mejor es aparcarlo.
Cuando he empezado a escribir este artículo no tenía pensado nada, ni mucho menos esta conclusión. Pero creo que es algo que necesito.
Escribir debe servir como desahogo, pero si no cumple su propósito, sino que me recuerda cada día que no es lo que debería ser, llega el momento de cerrar la puerta.
Y lo hago sabiendo, porque me conozco, que quizás mañana mismo la abra de nuevo, porque lo necesite y tenga que volver a mostrar en este rincón mi corazón.
Por eso, porque sé fehacientemente que esto no es un adiós, no voy a usar nigún recurso de despedida habitual. Digamos que me voy de vacaciones escritoras, que me tomo un respiro para verme de nuevo desde otro prisma. No es lo único que voy a cambiar, claro que no. Pero como dijo un gran amigo un día, y creo que Teresa de Jesús antes que él: En épocas de crisis no hacer grandes mudanzas. No habrá cambios brutales, no sabría hacerlos.
Sólo sé que necesito encontrar de nuevo mi sitio, sigo buscando.
10 comentarios
PsiqueAlHabla -
Juli -
Helena -
Besos.Adios.
Rut -
Besitos
M -
Let -
A mi me ha encantado leerte, la verdad. Animo
nastrud -
Ánimo Di. Un beso.
Ciclop -
aminúscula -
Enelcamino -
No dudes de que te estaremos esperando.
Mil besos