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El fin de los días grises

Trasteando

Trasteando Con retraso, algo a lo que deberíamos acostumbrarnos quienes en alguna ocasión hemos salido/llegado a Barajas.
Con retraso y una sonrisa franca llegó mi madre, dos maletas inmensas, y miles de regalos para todos.
La recibimos con sorpresa incluída: la presencia de su sobrina, su hermana y la hija de su sobrina (una hermosa niña por la que mi madre babea). Y lloró, cosa que yo no pensaba que haría. Y se abrazó con fuerza a mí, y cuando en la calle vio a su hijo casi se muere de felicidad. Sí, tenía en la cara el reflejo de la felicidad, hoy lo tengo claro.
Comimos todos juntos y por la tarde desembaló sin parar las maletas e historias de todo tipo.
No tiene acento argentino, pero sí se le escapan expresiones. Y me hizo gracia ver que tengo que contarle las cosas de la tele porque no sabe quien está peleado con quien.
Por fin llegó, y yo por la noche tragué lengua y empecé a desenterrar mil historias que en estos dos meses han pasado, historias con las que rió, con las que se enfadó, con las que se sintió feliz, básicamente eso, feliz.
Como feliz me siento yo. Con mi madre y mi hermano en casa, esperando que llegue D. y dispuesta a irme a Cáceres.
Y es que la primavera llegó (no, no voy a copiar eso tan manido ya de la primavera trompetera, aunque reconozco que también yo he caído bajo el influjo de los Delinqüentes), pero para mí lo importante es que ha llegado una época de bienestar prácticamente desconocida en los últimos años.
Ahora sólo falta una cosa: liarme la manta a la cabeza y disfrutarla.

3 comentarios

Juli -

Hola, Di, tanto tiempo!! Estoy tratando de resucitar, y qué mejor que visitarte?

Helena -

Líate la manta a la cabeza y disfruta...te lo mereces...
Gracias por todo.
Besos.Adios.

Rut -

Eso, a disfrutar de la vida! me has dibujado una sonrisa al leer tanta felicidad! me alegro por ti Di!
Un besito y que lo pases bien