Que cada palo aguante su vela
Algún amable vecino ha tenido a bien el prestarme su conexión para aprovechar esta grisácea mañana de viernes, cumpleaños además de mi amiga B.
Sentada en mi cama, con todos los periodista plumíferos de los programas del corazón atormentados con la visita de Isabel Pantoja a Julián Muñoz a la cárcel, aprovecho para dejar unas letras en mi querido blog.
Este espacio que durante años ya sirve para ir guardando cada pequeño detalle que por la vida pasa.
Sin embargo sigo sin tener muchas cosas que decir. Que estoy llena de ilusión y alegría, y que encuentro en mí unas ideas que se refrendan a cada segundo. Palabras sin respuesta. Yo sé lo que me digo. No hay mala conciencia, más bien al contrario, los hechos me dan la razón y los silencios me gritan que no me equivoco. Una vez más, estaba en lo cierto, por desgracia.
Un constante dolor de cuello se ha convertido en compañero de viaje. Empezó la semana siendo aquel amigo con el que viajas y no paras de discutir, y ahora ya me he acostumbrado a él.
No entiendo bien a la gente, ni tengo ya fuerzas para intentarlo. Que cada palo aguante su vela, que cada uno luche con sus males a solas. Ya lo decía mi madre: al final sólo te queda la familia. Qué gran verdad.
Los amigos son geniales, son algo que hay que cuidar, mimar, admirar. Pero sin pasarse, que luego descubres que llevas toda una vida sobrevalorando algo que no era para tanto. Qué bonita es la amistad, qué sentimiento tan puro y real. Qué engaño tan grande en ocasiones.
"Reproche" debería ser una palabra que no existiera en el diccionario de la amistad.
Así que repito de nuevo, que cada palo aguante su vela, que yo aguanto la mía, y no veas cómo pesa.
4 comentarios
M -
y entre ellos y ellas: tu
te quiero guapa
Carlos -
Helena -
Un beso.
Carlos -