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El fin de los días grises

Camarero, una de educación

Bueno, no lo he hecho hasta hoy, pero es que ha sido ya demasiado. Me ha encendido, una mal educada, una rastrera, una persona a la que -según su forma de pensar- tendría que desearle que tuviera un hijo teleoperador.

Os cuento:

Siete de la tarde. Realizo tareas de emisión de llamadas, es decir llamar a los clientes para informar de ofertas. No viene al caso si estas son mejores o peores, es lo de menos. Para mí es un trabajo, lo suficientemente importante, pero no tanto como para querer engañar a nadie.

El caso es que me contesta una niña, sí, una niña porque no tendría más de 30 años. Una tía que la educación se la dejó en el vientre materno.

En este trabajo una se ha acostumbrado ya a que le llamen hija de puta, gilipollas, que me manden a tomar por culo, y demás.

La susodicha lo primero que hace es riéndose, decirme que sólo quiere como oferta un teléfono gratis, a lo que le ofrezco teléfonos que lógicamente no son gratuitos, pero que intento disfrazar de buenas ofertas (algunas lo son efectivamente).

Bien, me empieza a interpelar que ella no es una buena cliente, y que sólo hace lo justo para que no le den de baja la línea (cosa que a mí me resbala), y sin venir a cuento empieza a decirme -siempre gritando, eh, que esa fue una constante en toda la llamada-:
- ¿Me vas a colgar, eh? ¿Me vas a colgar?
- No, en algún momento he dicho algo de colgarle, le estoy escuchando.

Ella ha seguido subiendo el tono:
- Sois unos mentirosos, vete a engañar a otro, no pierdas más el tiempo.
- No estoy perdiendo el tiempo, estoy atendiendo a un cliente y escuchándole.
- Escuchándome!!! Si no me dejas siquiera hablar (dice ella, ante mi sorpresa increible teniendo en cuenta que no me había dejado abrir la boca ni para decirle por qué le llamábamos).
- Disculpe, le ruego que me hable con el mismo respeto con que le estoy hablando yo (ya había dicho algunos improperios).
- Tú no me respetas porque me estás intentando engañar, como todos, bla, bla, bla. Y qué te crees? Qué vas a heredar la empresa? Sois unos muertos de hambre, teleoperadores niñatos, gilipollas de mierda que no servís para nada (entre nosotros, esto último la tía valiente sólo lo dijo cuando ya me había dejado "colgada").

Es un pequeño extracto, una recreación lo más fiel posible, de las cosas que tenemos que aguantar (como muchos otros en otros trabajos, lo sé) en un trabajo como este. Es fácil ampararse en el anonimato de un teléfono para insultar y vejar a una persona, a una profesión más.

No somos basura, nadie que intenta trabajar honradamente lo es. De hecho, soy bastante mejor que esa impresentable, por algo muy sencillo: jamás he tratado, trato ni trataré a ningún semejante como auténtica basura. Con ese desprecio y usando la patética frase de "como soy el cliente te callas y escuchas lo que te digo" (que me la ha dicho, la muy sinvergüenza).

La educación, eso que quedó en el olvido.

No puedo evitarlo: ojalá esa persona tenga un/a hijo/hija teleoperador/a, pero no por el trabajo que es lo de menos, sino para encontrarse con una ¿persona? como ella.

Gracias por hacerme sentir tan mal, gracias, buena persona.

3 comentarios

M -

Increible la muy perra, la muy gilipollas, la muy... mal educada. Hay que joderse!!!, nunca, pero no lo que es nunca, he soportado las personas que se creen superiores ante los demás, que tratan a los que pueden y les dejan como si fueran escoria. Mis padres no habrán tenido una educación exquisista, ni universitaria ni nada por el estilo, pero me han enseñado a respetar cualquier persona y, sobre todo, cualquier profesión, primero porque tú nunca sabes cómo puedes acabar y cual será tu suerte.
Di, todo esto son lecciones de la vida, y estas cosas enseñan más de lo que crees, claro está, si las tomas por el lado de lo que nunca se debe hacer, porque desgraciadamente muchas personas las toman para una venganza en el futuro.
yo le habría dicho que se metiera el telefono por el mismo y se llamara con el fijo, porque sería el único placer que sentiría y que yo no le voy a dar el placer de mostrarse como una perra. Algo así, palabras más arriba, más abajo. Y luego le habría dicho: Que pase usted un buen día, y gracias por confiar en nosotros.
¡¡¡ay!!! me ha puesto de mala hostia, me ha traido muchos recuerdos de cuando trabajé en el café de Londres, todas las veces que me quedé con las ganas de volcarle el café en la cabeza a algún cliente (sobre todo una cabrona que venía todos los días para amargarme el día) y soltarle un "don´t piss me off darling"
bueno cariño, lo siento mucho...
si quieres me llamas y yo te compro todos los telefonos y te digo todas esas cosas bonitas que nunca nadie te dijo...
te quiero, mi teleoperadora favorita

Raquel -

Es impresionante, pero cierto. Cuantos y cuantos clientes te ponen a caer de un burro cuando estás al otro lado de la línea, intentando hacer lo mejor posible tu trabajo, que aunque no es el de tu vida, es el único que tienes para poder comer. Unas veces pasas, otras te ríes, pero algunas veces duele. Y para mí, lo peor de todo, es la impotencia que se tiene.

Cuando me ocurría este tipo de incidentes, para alegrarme, pensaba en que para actuar así la vida de estas personas debía de ser muy triste. Y sobre todo, recordaba a todos aquellos que, de vez en cuando, se despedían con un gracias, recordándome que no todos los días eran tan horribles.

Un besazo enorme y mucho ánimo, porque por desgracia, no será la primera ni la última que te encuentres.

Helena -

La verdad es que es alucinante que alguien tenga tan poca desverguenza de hablar así, y sí alguna vez tuviéramos las narices necesarias llegaríamos a denunciar, pero no sólo por aquí, esta descarga de rabia que tú acabas de hacer, deberíamos hacerle entender a gente así que no pueden ir por la vida humillando a la gente, ellos son la basura.

Niña, siento que tengas que pasar esos malos ratos inmerecidos, espero que tengas algun cliente más que compese ese sinsabor...

Por si acaso... Feliz Navidad.

Un beso.