Gracias papá
Es el deporte un motor que mueve muchos corazones, muchas almas, muchas emociones, e incluso ilusiones.
Entre el fútbol y el baloncesto se mueven mis impulsos. No lo niego, soy futbolera empedernida, amante de este deporte hasta decir basta. Y por ello agradeceré siempre a mi padre que me metiera en la sangre el amor hacia este denostado ejercicio.
Esta tarde-noche mis emociones han viajado a la velocidad de la luz. He llorado, he reído, he sufrido, he llorado y reído en el mismo instante, me he callado, he sollozado, he hecho una mueca, un gesto de disgusto...
El equipo filial del Madrid ha certificado el descenso a Segunda B. Una pena, injusto incluso si nos atenemos al juego realizado en ocasiones, pero en el fútbol la veteranía es un grado, y el Castilla adolecía de eso más que de nada. Espero con ansia un pronto ascenso, que celebraré como lo hice hace dos temporadas.
A la misma hora el Málaga aseguraba la permanencia en Segunda, en una de las temporadas más difíciles de los últimos tiempos, por motivos económicos que incluso han puesto en duda la continuidad del club. Yo estaba hoy en La Rosaleda, con D. y su padre, viéndoles sufrir, viéndole llorar. Y hemos podido abrazarnos para celebrar como una explosión de alegría el gol del empate. No lo he podido evitar, las lágrimas han brotado, he comprendido lo duro que es luchar por algo que no es un título de Liga o Copa de Europa. Quizás más noble, qué más da, un objetivo distinto, una alegría increible.
Corriendo hemos ido a mi casa, para ver el cuarto partido de los playoffs de la Liga ACB de baloncesto: DKV Joventut-Real Madrid. Si ganaban los de Badalona volvían a una final catorce años después. Si ganaba el Madrid se prolonga el sufrimiento un partido más. Así será finalmente. Agónico, intenso, eterno. Y el Madrid se ha hecho con la victoria.
Y sin tiempo para celebrarlo cambiamos de canal y nos enfrentamos al fútbol. A la última emoción del día... y no me voy a poner a hacer una crónica de lo que ha pasado. Para eso están los periódicos y los periodistas que cobran (que una es periodista pero no cobra un duro por ello). Que se ganen su dinero.
El Madrid ha vencido. Y durante el partido he llorado como una niña. Porque entre los dedos se nos iba la posibilidad de ganar de nuevo un título. Y porque soñaba con estar el domingo 17 en Madrid, en el Bernabeu, con mi hermano. Cantando los goles, abrazándonos y festejando. Porque ese día se cumplen cinco años del día más horrible de mi vida, y soñaba con que ÉL estaría desde arriba apoyándonos. Y festejando. Soñaba con todo eso y se escapaba entre los dedos, como mis lágrimas se escapaban despavoridas de mis ojos. D. me decía que creyera y yo no sabía cómo hacerlo. Pero llegó, hubo algo de fe y aún cabe la posibilidad de que el día 17 de junio, cinco años después, ÉL me haga llorar de nuevo porque querríamos disfrutar juntos ese título, que tiene que caer, que tiene que ser nuestro.
Qué grande es el deporte. Gracias papá por enseñarme que puede hacernos felices también. Gracias y hasta el domingo 17 de junio.
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Toperro -