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El fin de los días grises

A vueltas con los viajes

Como todos los años ha llegado ese momento, el día en que D. se marcha de viaje con su padre.

Yo me alegro mucho por él, porque me encanta esa complicidad que tienen ambos, que les permite soñar cada año con un nuevo país que "conquistar".

Pero yo me quedo triste, desubicada, perdida. Aunque sé que es poco tiempo, ya empiezo a contar los días que nos quedan para reencontrarnos, que es siempre un momento precioso.

De momento, en un rato me marcho al trabajo, con mi cuello dolorido (empeorado además tras una horrible caída que casi supone algo peor) y el corazón dañado. Y mañana me voy con mi madre, la más grande, a Denia, a encontrarme con mi hermano y abrazarle con fuerza, y a pasar unos días especiales hasta el martes, que volveré a esta Málaga vacía sin él.

Es la vida, soy dependiente, y todos los años a estas alturas me doy cuenta de ello.

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