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El fin de los días grises

Con el frío en el cuerpo

Estoy congelada.
Lo podría dejar ahi, debería dejarlo aquí, dos palabras que resumen un estado, una sensación térmica, pero son más que eso.
Estoy congelada porque el frío que hace no es el que se espera en primavera, porque ver la nieve casi a diario ya le hace perder el encanto, porque no tengo ganas de escuchar música, ni de ver la tele, ni de hacer nada, y sin embargo en dos horas me iré de casa camino a mi cita... bah, no hay que hacerse ilusiones, he quedado con mi hermano :P
Tengo frío, llevo el frío calado hasta los huesos desde ayer. No fue un día muy especial, sin embargo me encantó ese obligado paseo que tuve que darme por Gran Vía. Habíamos quedado para cenar, pero el restaurante nos la jugó y nos dijo que no estaba nuestra reserva por ningún sitio (eso me cuentan, yo aún no había llegado). Así que nos fuimos todas (A, S, MM, E y C) a buscar algún sitio en el que cenar en el centro de Madrid un sábado a las 22:30 de la noche. Difícil tarea, pero lo fue menos... sin embargo, como decía, me quedo con el paseo por Gran Vía, esa calle ayer brillante por la lluvia, iluminada por los carteles, rebosante de gente siempre (excepto en la maravillosa escena de "Abre los ojos" de Amenábar), gente de todo tipo y condición, gente a la que no sabes si mirar o no, pero que te atrae, pasear y oir tres o cuatro idiomas distintos en tu camino de 10 minutos, subir y bajar esa calle en dos ocasiones, como hice ayer, desde Alcalá a Plaza de España... un paseo por las nubes, un paseo por el centro de una ciudad que respira a todas horas.

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