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El fin de los días grises

Censored memories

Censored memories Escucho la canción de Budapest con ese nombre, y no sé porqué, pero el mismo título ha sido lo único que me ha impulsado esta mañana a escribir. A veces una simple frase, una palabra quizás, nos aporta más que miles de pensamientos cruzados.
Cuando no tengo ganas de pensar, de discurrir, de reflexionar (es algo que me sucede en estos días, estoy de huelga o mejor aún de boicot a mi cabeza, que está más de moda), siento que me dejo llevar. Por la música, por una película, por un libro. Pero no hay nada que me enganche demasiado. No he encontrado en estas horas la excusa para ponerme delante del ordenador y sentirme útil.
Porque pasa una cosa. Hay quien se siente útil estando todo el día fuera de casa, haciendo cursos, estudiando, trabajando... pues yo me siento útil, incluso realizada, cuando mi cabeza y mis dedos se conectan a la vez, y si encima interviene también el corazón entonces ya sé que esa noche dormiré feliz.
Mi dentista, que es un tío inteligente, decía ayer que el gran error de los padres es pensar a veces que su hijo ha nacido con las mismas capacidades que ellos. Y lo pensaba y me imaginaba como cortadora en una peletería (maestro cortador que se llamaba a lo que hacía mi padre, y bien de problemas que eso traía :S) o bailando y enseñando sevillanas (que es una de las muchas cosas que hace mi madre).
Y sin embargo sé que no es mi camino, y ellos también lo tenían claro. Mi padre fue siempre un padre orgulloso de su niñita, porque estudié una carrera, porque me dediqué desde entonces a lo que siempre yo había soñado, porque tomé mi camino. Y mi madre más de lo mismo, aunque de una forma más callada. Por eso sé que si ahora decido cambiar el rumbo de mi vida, dejar el periodismo aparcado y escribir sólo como placer, ellos seguirán orgullosos, cada uno desde un sitio distinto, porque la vida nos va marcando nuestro rumbo.
Hay quien sabe hacer una cosa, la explota y logra vivir de ello.
Hay quien creer saber hacer algo, y ni sabe explotarlo ni logrará vivir jamás de ello, pero es importante que nunca deje de hacerlo, porque el triunfo no debe ser de cara a nadie sino de cara a uno mismo.
Y yo me siento en ese sentido una triunfadora, llamadme prepotente, pero lo soy.
Yo he ganado.

3 comentarios

Enelcamino -

El triunfo es para nosotros mismos. Lo que piensen los demás, no importa.
Buen finde.
Besos

Gem -

Hola, te he ido leyendo a traves de Ciclop y al leer este artículo he querido escribir. Mi gran sueño es poder estudiar periodismo o comunicación audiovisual y estoy estudiando para ello, pero no se si la nota me llegara :S solo era eso :P me gusta mucho como escribes y a base de leerte también aprenderé de una profesional :)

Helena -

La verdad es que no dudo que vayas a triunfar...o mejor dicho a TRIUNFAR...con mayúsculas...por que triunfar...ya lo haces cada día y en un montón de vidas...creéme...
Besos.Adios.