No admito regalos
El Barrio de Salamanca en Madrid forma parte del escenario de mis andanzas, en un tiempo pasado, no tan pretérito como podría parecer.
Durante años, por uno u otro motivo ha sido el lugar en el que más tiempo he pasado, donde he vivido instantes inolvidables de toda índole, donde he mantenido conversaciones mágicas, he dado paseos que siempre recordaré, me he sentado en un banco a reflexionar sobre el futuro, o simplemente donde he ido a trabajar.
Plaza de Colón. Parada de autobús. Sin destino recordado. Con R.
Supongo que el silencio nos atrapó en un momento dado. Había sol esa tarde, y sin venir a cuento solté la pregunta: R., ¿cuál es tu sueño?
El silencio nos caza de nuevo, es despiadado. Y en esa lucha por hablar se interponen las miradas, esa media sonrisa, la duda no hubo respuesta concreta. Era una pregunta difícil, con una contestación utópica.
Yo tengo un sueño, al margen de todos aquellos que siempre tenemos la mayoría (salud, amor y trabajo), y es que el día de mañana no haya pasado por esta vida sin más. Es decir, que la gente me recuerde. No me refiero a cualquier persona a la que he conocido en un bar, o en el trabajo, sino a la gente con la que he compartido algo. Que pese a que nuestras vidas no hayan vuelto a cruzarse desde una lejana tarde veraniega, esa persona un día le hable a alguien sobre mí.
Como sueño más cercano y terrenal quizás tenga el equilibrar mi vida.
Estoy en un buen punto. Me falta iniciar mi búsqueda de un trabajo y aparcar los miedos a las separaciones definitivas, pero sé que voy a lograrlo. Lo bonito de los sueños es luchar. Luchar siempre me ha parecido algo maravilloso. No quiero que me regalen la vida, quiero luchar yo por ella.
Durante años, por uno u otro motivo ha sido el lugar en el que más tiempo he pasado, donde he vivido instantes inolvidables de toda índole, donde he mantenido conversaciones mágicas, he dado paseos que siempre recordaré, me he sentado en un banco a reflexionar sobre el futuro, o simplemente donde he ido a trabajar.
Plaza de Colón. Parada de autobús. Sin destino recordado. Con R.
Supongo que el silencio nos atrapó en un momento dado. Había sol esa tarde, y sin venir a cuento solté la pregunta: R., ¿cuál es tu sueño?
El silencio nos caza de nuevo, es despiadado. Y en esa lucha por hablar se interponen las miradas, esa media sonrisa, la duda no hubo respuesta concreta. Era una pregunta difícil, con una contestación utópica.
Yo tengo un sueño, al margen de todos aquellos que siempre tenemos la mayoría (salud, amor y trabajo), y es que el día de mañana no haya pasado por esta vida sin más. Es decir, que la gente me recuerde. No me refiero a cualquier persona a la que he conocido en un bar, o en el trabajo, sino a la gente con la que he compartido algo. Que pese a que nuestras vidas no hayan vuelto a cruzarse desde una lejana tarde veraniega, esa persona un día le hable a alguien sobre mí.
Como sueño más cercano y terrenal quizás tenga el equilibrar mi vida.
Estoy en un buen punto. Me falta iniciar mi búsqueda de un trabajo y aparcar los miedos a las separaciones definitivas, pero sé que voy a lograrlo. Lo bonito de los sueños es luchar. Luchar siempre me ha parecido algo maravilloso. No quiero que me regalen la vida, quiero luchar yo por ella.
1 comentario
Helena -
Besos.Adiós.