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El fin de los días grises

Cuando cada uno tiene su vida

No tiene remedio.

Es ley de vida. Unos hacemos nuestra vida, en este caso en una ciudad diferente, y el resto sigue con la suya.
Así que cuando te encuentras con ellos debes intentar coger el ritmo. Como si en una etapa del Tour un ciclista se hubiera escapado y yo intentara alcanzarle.

Mis amigas deben estar este fin de semana haciendo el Tour de su Vida. Al igual que mi madre y mi hermano.

Claro, con esas premisas, respetables al cien por cien que conste, una se vé todo el día delante del ordenador y de la televisión (porque ni siquiera se me ocurrió traerme un libro para estos días).

Miro por la ventana y me encuentro un día grisaceo. Una niebla invisible oculta cualquier atisbo de sol que me haga sonreir.

Bueno, me refugio en mis letras, en las de los demás (aunque no ofrecen mucha variedad), en noticias absurdas (como la del preso norteamericano que ha pedido que le aumenten la pena de 30 a 33 años para que coincida con el número de la camiseta de su ídolo, Larry Bird), en el comienzo de Gran Hermano 7 (qué vivan todos los programas basura!!! Qué grandes momentos pasamos gracias a su estupidez), y en buscar posibilidades laborales que no acaban de cuajar.

Quizás tenga suerte al fin y al cabo.

Quizás acabe brillando el día de alguna manera. No lo dudo, como siempre esas cosas están en mis manos, en las de cada uno de nosotros.

1 comentario

Helena -

No te has dado cuenta de que tú brillas de sobra...

Un beso.