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El fin de los días grises

Por mucho que lo quieras

Tengo una habitación muy luminosa, amplia, sin muchas cosas por medio.

No tengo cortinas, ni las quiero; prefiero levantarme con la luz del sol, mirar los montes que se asoman en la esquina, los patios de las casas.

En mi habitación tengo una televisión, un vídeo, la playstation que D. un día trajo y nos ha reportado momentos muy divertidos, un ventilador, una lámpara, un radiocasette, una mesa con una banqueta, algunos libros, unos cd’s, muchos recuerdos, mucho trasto inútil, un armario…

Todo estaría genial, de hecho todo está genial. Sólo me sorprenden las ganas nacidas en mi compañera de piso por complicarme la vida aquí. Pero no va a conseguir con unos reproches absurdos y falsos afectar estos momentos que, pese a la incertidumbre laboral, son los mejores que he pasado.

Esta vez este escrito es un pequeño grito, para quitarme la rabia del momento. Un desahogo, y me ha servido, porque cuando salga de la habitación volveré a estar como siempre. Si le gusta bien, y si no… pues lo siento por ella.

Yo soy así, y así seguiré…

1 comentario

Helena -

Ni se te ocurra cambiar, tal vez pon una planta en tu habitación...;)

Un beso.