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El fin de los días grises

Aún no tengo sueño

Aún no tengo sueño Cuando era pequeña dormía en la misma habitación que mi hermano. A menudo en esa época me asaltaban los miedos, las dudas, temores infantiles: la muerte, la soledad, los deberes, el rechazo. Entonces mi hermano siempre me decía lo mismo: "para dormir dame la mano y piensa en aquellas cosas que te gustan. Sueña despierta". Y eso hacía, cerraba los ojos, le daba la mano, para no sentirme sola, y empezaba a pensar en viajes, en lugares bonitos, en cosas divertidas. Y así, con una sonrisa en la boca cada noche el sueño llegaba y me invadía esa paz de la ensoñación infantil.
Hoy en día cuando me cuesta dormir no tengo la mano de mi hermano, sin embargo me sigue quedando el recuerdo de esas palabras. Cierro los ojos con fuerza y vuelvo a pensar en viajes, fundamentalmente pienso en viajes. Lo curioso es que casi siempre no le ponía compañía a esos viajes. Me debía ir sola, vaya, porque no recuerdo que apareciera nadie en mi recorrido por el mundo. Desde hace poco tiempo viajo acompañada, sí, él me acompaña a todos lados, me da la mano, me besa, me abraza, y caigo en un sueño profundo que se extiende... porque sigo soñando, ahora dormida, con ese viaje, con todos esos viajes, con todos esos planes que tenemos, que compartimos.
Hoy me he acordado de esas palabras de mi hermano, y he pensado al mismo tiempo en D.: "llevo varios meses soñando despierta, soñando acompañada".
Este te lo dedico a ti, este tiene tu nombre, este es nuestro sueño, sigamos soñando siempre por favor, no dejes de darme la mano cada noche.

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