Papá, cuéntame otra vez
Papá, cuéntame otra vez, de Ismael Serrano, en mis oídos. Afloran las lágrimas en mis ojos.
Todos mis sentidos reaccionan ante esta canción, y no es el mejor tema del mundo, pero me ha hecho viajar en el tiempo, de un modo muy especial, a una etapa muy especial.
Hará casi nueve años de aquellos momentos. Empezaba a trabajar en Radio Libertad, una pequeña emisora denominada como alegal- cuyos estudios estaban situados en Chinchón, un precioso pueblo de Madrid, a unos cuantos kilómetros y una mala carretera del centro.
Con temor, con mucha ilusión, con esperanzas puestas en el futuro, cada sábado y domingo subía en el coche de J. para hacer un programa de radio. Un programa, Al ritmo del deporte, mezcla de música y deporte, pero fundamentalmente alojamiento para las risas y los buenos ratos.
Fueron muchas las personas que pasaron por aquellos estudios, muchos los sueños que surgieron al amparo de esas paredes acolchadas y algunos crecieron, germinaron, triunfaron, como C.C., incapaz de decir una sola palabra sin leer durante su programa, pero brillando con luz propia desde hace años en TVE.
Recuerdo llamadas interminables de teléfono, y canciones larguísimas que nos permitían tiempo para esas llamadas. Bocatas, platos de ayer, platos del día, paseos por Chinchón muy recomendables, noches cerradas, nevadas que nos hicieron volver a casa
Fueron tiempos hermosos. Tiempos que no volverán, y que extraño. He olvidado casi todos los nombres,de aquellos que me acompañaron entonces y eso me entristece un poco, pero he aprendido cosas que me servirán para siempre.
Al escuchar esa canción he pensado en mi padre, una vez más. Y me he vuelto a entristecer. Él se sentía tremendamente orgulloso. Sé que hoy seguiría estándolo, aunque por otras razones. Pero me mata no poder contárselo, me mata no poder verle los ojos llenos de lágrimas, como los míos estaban al escuchar Papá, cuéntame otra vez
Todos mis sentidos reaccionan ante esta canción, y no es el mejor tema del mundo, pero me ha hecho viajar en el tiempo, de un modo muy especial, a una etapa muy especial.
Hará casi nueve años de aquellos momentos. Empezaba a trabajar en Radio Libertad, una pequeña emisora denominada como alegal- cuyos estudios estaban situados en Chinchón, un precioso pueblo de Madrid, a unos cuantos kilómetros y una mala carretera del centro.
Con temor, con mucha ilusión, con esperanzas puestas en el futuro, cada sábado y domingo subía en el coche de J. para hacer un programa de radio. Un programa, Al ritmo del deporte, mezcla de música y deporte, pero fundamentalmente alojamiento para las risas y los buenos ratos.
Fueron muchas las personas que pasaron por aquellos estudios, muchos los sueños que surgieron al amparo de esas paredes acolchadas y algunos crecieron, germinaron, triunfaron, como C.C., incapaz de decir una sola palabra sin leer durante su programa, pero brillando con luz propia desde hace años en TVE.
Recuerdo llamadas interminables de teléfono, y canciones larguísimas que nos permitían tiempo para esas llamadas. Bocatas, platos de ayer, platos del día, paseos por Chinchón muy recomendables, noches cerradas, nevadas que nos hicieron volver a casa
Fueron tiempos hermosos. Tiempos que no volverán, y que extraño. He olvidado casi todos los nombres,de aquellos que me acompañaron entonces y eso me entristece un poco, pero he aprendido cosas que me servirán para siempre.
Al escuchar esa canción he pensado en mi padre, una vez más. Y me he vuelto a entristecer. Él se sentía tremendamente orgulloso. Sé que hoy seguiría estándolo, aunque por otras razones. Pero me mata no poder contárselo, me mata no poder verle los ojos llenos de lágrimas, como los míos estaban al escuchar Papá, cuéntame otra vez
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